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Primera salida del Herbario digital a La Rioja y Navarra

Al pie de Peña Roya

El domingo 6 de mayo iniciamos las salidas de campo de este año para identificar y fotografiar plantas que luego se van incorporando al Herbario digital del IAN, que sigue creciendo a buen ritmo y con rigor.

Salimos muy pronto por la mañana en dirección a La Rioja diez personas en dos coches llenos, para visitar el Carrascal de Villarroya, un precioso encinar de suelo arenoso, cerca de Grávalos, con algunos ejemplares grandes de árboles, donde reinaban la paz y la tranquilidad, además del aire puro y limpio y un tiempo muy agradable para trabajar toda la mañana.



Botánicos en Peña Roya

 Allí encontramos, entre otras muchas plantas en flor la diminuta y azul Myosotis ramosissima subsp. globularis, además de Hornungia petraea, Teesdalia coronopifolia y Linaria simplex; en un campo de cultivo a la entrada del encinar, se identificó la Camelina microcarpa, cuando ya creíamos que nos íbamos de allí. Todas ellas fueron más fotografiadas que una estrella de cine por los fotógrafos del Herbario, mientras cantaba el petirrojo y el resto del equipo repasaba y examinaba otras plantas de la zona, todas muy comentadas y compartidas.

Entonces nos dirigimos a la cercana Navarra, al coscojar-romeral de Peña roya, en las proximidades de Fitero, primero a una preciosa campa cuajada de flores, al pie de la impresionante Peña roya, un bloque pétreo y rojizo. Nada más bajarnos del coche nos embargó un olor a flores maravilloso, y allí comimos lo primero y brevemente ya que había mucho trabajo y estímulos. Visualmente, el colorido de las distintas flores, la luz y la variedad de especies nos conquistaron nada más llegar. El libro de las claves botánicas echaba humo, y los fotógrafos oficiales, Pello y José Ramón en esta ocasión, tuvieron trabajo intensivo y minucioso durante horas.

Roemeria hibrida

En aquel coscojar-romeral fue donde encontramos la rareza del día cuando emprendíamos la ascensión a la Peña Roya y parecía que amenazaba con llover. Se trataba de la Polygala rupestris, con sus flores rosas, planta que sólo se da por esa zona y no precisamente en abundancia. Tras la ascensión a la Peña, muy escultural, arrullados por el canto de la abubilla, identificamos entre otras plantas el Helianthemum cinereum, de flor más pequeña, y el Helianthemum croceum, de flor algo mayor. Dimos un buen paseo por las alturas rocosas rodeando la peña y disfrutando entonces de una lluvia mansa y persistente que nos obligó finalmente a descender por el pedregal entre un campo de jaras en flor, llenas de gotitas, bellísimas, hasta la zona de cultivos, con olivos y almendros. Enseguida dejó de llover entonces, y entre los frutales encontramos, reluciente y muy lavada, la Euphorbia characias.

Ya de regreso y apurando el día, francamente cansados, paramos a la orilla del río en Cervera del Río Alhama, en La Rioja, donde olía a menta, y algunos vimos nadar por un canalillo a una culebra impresionante. A Pello aún le quedaron fuerzas y ganas de identificar y fotografiar a la preciosa, en verdad, Gnaphalium luteo-album, con lo que emprendimos el viaje de regreso, mientras anochecía, repletos de botánica y alimentados todos los sentidos por el esplendor del día.

Texto y fotografías: Carolina Larrosa

NARCISOS EN LEGUTIANO

El domingo 13 de marzo, a poco más de una semana de iniciarse la primavera, quedamos en Legutiano con Brian Webster con el sencillo objetivo de admirar la explosión de narcisos en el bosque de la ladera del Albertia.

Veinte personas (y dos perros) disfrutamos del reencuentro en una hermosa mañana, de unas preciosas vistas del Gorbea, de apuntes de historia al pasar por la zona de trincheras, de la majestuosidad de algunos ejemplares de robles y hayas…
 
 

Sentimos también la maravilla de los ciclos de la naturaleza: en un bosque aún dormido y aún con pequeños neveros, que sólo empieza a desperezarse en los sauces y los avellanos, el sorprendente descubrimiento de unas alfombras doradas formadas por narcisos. Bosque a través, Brian nos guió hasta varios rodales de Narcissus varduliensis todos ellos en zonas especialmente húmedas, junto a riachuelos o encharcamientos.

Tuvimos también momentos para escuchar (y tratar de identificar) los pájaros, que ya alborotan con sus trinos y reclamos; para admirar, tocando y oliendo, musgos de árboles y turbera; para observar las primeras mariposas… para, en definitiva, inundar todos nuestros sentidos.

El del gusto también, ¡con un tentempié en el monte y un trago de despedida en Legutiano!

 
Texto y fotos: Begoña Zorrakin