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Gallocanta, sus grullas y la primera nevada

El IAN se fue de excursión en el puente de la Inmaculada, y para cerrar el otoño a lo grande, a uno de los lugares más mágicos, altos, salados y secretos de España: la laguna de Gallocanta, a mil metros de altura, con una salinidad tres veces mayor que el mar Mediterráneo y donde convergen tres provincias: Teruel, Zaragoza y Guadalajara.

Fuimos a ver grullas y nos llevó Brian, por supuesto. Excepto para él y para mí, era su primera vez para el resto del grupo y llegamos con la primera nevada, al comenzar diciembre, recién caída. Se nos habían unido tres fotógrafos del grupo Álava visión y nos habían avisado desde Gallocanta que estaban pasando por allí 50.000 grullas. Estaban pasando por Salburúa también, pero esas eran otras y se iban a Extremadura, a las dehesas, a comer bellotas.

Las nuestras comen semillas ya que los agricultores de Zaragoza y Teruel, a los que pertenece la laguna, hacen una sobre-siembra para ellas, y se quedan, en su largo viaje desde el ártico. Lo subvenciona la Administración y ¿para qué van a llegar a África, como hacen algunas, las que no se quedan ni en Extremadura ni en Gallocanta, si encuentran comida suficiente en el camino? Al final del invierno tienen que regresar a casa, al polo norte, a criar. Como vienen de allí, el frío aragonés de la laguna y de Teruel, no les preocupa. Lo que buscan es alimento y seguridad. Duermen dentro del agua muy juntitas porque así oyen el chapoteo de cualquier depredador que lo intente y le asuntan entre todas. Se desperdigan a comer en los campos por el día, pero se juntan para dormir. Su salida y entrada a la laguna es el espectáculo único y musical que fuimos a observar.

Llegamos con frío, nieve y luna llena, y nos alojamos en uno de los pueblecitos que bordean la
laguna, Tornos, en su hostal “Las grullas”. Pasamos por uno de los centros de interpretación antes de llegar a casa pero nos dijeron que todas las visitas y actividades en el exterior estaban canceladas por la nieve, y las visitas guiadas, una actividad nueva, también. Reservamos para otro día y nos fuimos a cenar a nuestro acogedor hostal donde todo es casero y bueno. Estábamos aterrados por el frío extremo y sabíamos que al día siguiente había que despertarse con las grullas e ir a la laguna a observar su salida de ella con el primer rayo de luz.

Así fue. Las oímos graznar y llegaron puntualmente en formación con forma de flecha, un gran
batallón. Por lo visto había unas 25.000 aves en la laguna, un número impresionante este año. Los fotógrafos montaron sus trípodes en la nieve y a lo lejos veíamos el pueblo de Bello (Campo de batalla) el más antiguo de la zona, y todos con restos de poblados celtibéricos. Nosotros estábamos en Teruel y volvimos a desayunar a Tornos, también en Teruel, a nuestro acogedor Hostal. Luego, a explorar la zona de Zaragoza, la laguna, el centro de interpretación, que es nuevo y ha absorbido la oficina de Turismo, todo ya con una luz magnífica y el sol radiante que no habíamos visto el día de la llegada. La nieve se heló, claro.


Hace unos años no había nada de nada porque eran unos pueblos pequeños y humildes de agricultores, en un páramo pelado y la laguna. Lo que sí había era una guerra entre agricultores y grullas que se comían las semillas. Luego construyeron un Hostal para naturalistas en la laguna en el pueblecito de Gallocanta, una degeneración de Allucant, nombre del hostal. No se sabe bien lo que significa pero cada vez que lo visitamos nos dan otras tres teorías nuevas… Pertenece a la comarca del Jiloca y de Daroca, nombres de sus ríos. Lo bueno de tener dos administraciones es que ahora todo está por duplicado: dos centros de interpretación, por ejemplo. La zona se está llenado de comodidades antes impensables como restaurantes y sitios donde dormir, y proporciona modos de vida a los jóvenes del lugar. Allí se pueden conseguir todo tipo de publicaciones y materiales relacionados con la naturaleza, la zona y las grullas, además. Hay cursos de fotografía de naturaleza en el Hostal Allucant y muchos extranjeros. Decir muchos en un lugar casi desierto no es decir aglomeraciones. Sigue siendo sagrado y silencioso, majestuoso y despoblado, lleno de espacio, paseos, observatorios y con mucho para explorar. Como decía Jorge Oteiza “El vacío no está vacío”. Aún luce más en inglés: “The void is not empty”.


Todos nos hicimos muy amigos porque el frío y la exploración unen mucho, y el panadero de Calamocha llevaba pan al hostal y nuestros desayunos y cenas eran como en familia cuando se
creó la Navidad y la familia era sagrada. Comimos compartiendo lo que habíamos llevado en un bar de Bello en la plaza al sol, en su terraza. Lo hicimos tres días en tres lugares parecidos, porque la gente es muy amable y nos dejaban. El vino de Cariñena ha mejorado mucho y los cafés y pinchos, deliciosos y bienvenidos.

Tras tres días de deshielo, inolvidables, en condiciones, para nosotros, extremas, y mil fotos bien pensadas y disfrutadas con antelación, acostumbrados ya a levantarnos con el alba y las grullas, y a espéralas al atardecer, en la parte de Zaragoza unas veces y otras en Teruel, cuestión de dos otros kilómetros, para escuchar su inolvidable canto o llamada, rompiendo el silencio de la laguna y el invierno prematuro.

Luego hubo que partir, pero con el corazón dichoso, deseos de regresar, además de un plan estupendo para el viaje de vuelta que se desplegó en varias paradas preciosas: el pueblo de Goya, Fuendetodos, con sol y sin nieve, El Planerón en Belchite, una reserva ornitológica esteparia tan impresionante como acostumbra, con una luz preciosa para la fotografía y lagunas llenas de agua en medio de la estepa aragonesa. La alondra Ricotí no cantó para nosotros pero es que era diciembre…

Al pasar por el Moncayo lo encontramos totalmente nevado y al acercarnos a Álava, empezamos a ver relámpagos en el cielo y llovía a mares. Desapareció la luz y supimos que habíamos llegado a casa desde un lugar muy, muy exótico, y un viaje inolvidable. Quien lo probó, lo sabe.

Texto: Carolina Larrosa
Fotos: Carolina Larrosa, Blanca Bombín y Sara Méndez


Fotomontaje de Nicolás López de Armentia

Para ver más fotos de la excursión: https://www.flickr.com/photos/118485008@N08/sets/72157650552345839/

LA LECHUZA Y EL NATURALISTA

El día 16 de octubre tuvo lugar la actividad ‘La lechuza y el naturalista’. El objetivo era por un lado dar a conocer la estrecha relación que la une al naturalista y, por otro lado,saber un poco más sobre sus hábitos y los principales problemas a los que se enfrenta en
la actualidad.

 

La Lechuza común (Tyto alba) es una especie con una distribución muy amplia en el territorio. Sin embargo, no utiliza todos los hábitats por igual, ya que generalmente evita los ambientes forestales y también los de altitud elevada. Típicamente, se encuentra más ligada a zonas humanizadas, a áreas agrícolas, a campiñas, a pueblos e incluso ciudades. Por este motivo y por su costumbre de utilizar edificios para cobijarse y nidificar, la lechuza es un ave bien conocida a nivel popular.

 

En la actualidad, sin que pueda hablarse de especie amenazada, no es tan común como antaño. Escasea o ha desaparecido del interior de las ciudades y pueblos mayores, y en el ámbito netamente rural cuesta cada vez más detectar lugares ocupados por lechuzas.

 

Tradicionalmente las lechuzas se han instalado en edificios (iglesias, viviendas aisladas, casas abandonadas, graneros) que tuvieran acceso fácil a través de tejados, cubiertas o muros, y les proporcionaran tranquilidad para el reposo diurno y la cría. La renovación y restauración de muchos de estos edificios conlleva el cierre de huecos y aberturas, lo que imposibilita a las lechuzas seguir utilizándolos. De esta forma, las parejas tienen que buscar otro lugar donde vivir, donde posiblemente sean más vulnerables frente a predadores o frente al acoso humano.

 

La lechuza es uno de los mejores aliados del investigador que desea conocer la composición de la fauna de micromamíferos de una localidad. Es muy costoso estudiar este tipo de animales, pero la lechuza ejerce como involuntario ayudante en esta tarea, ya que regurgita los restos no digeribles de sus presas en forma de pequeñas bolas llamadas egagrópilas. Y éstas contienen cráneos y mandíbulas que pueden ser fácilmente identificados, de manera que la vía más rápida y eficaz para averiguar qué especies de ratones, topillos y musarañas viven en una localidad es buscar un posadero de lechuza, recoger sus egagrópilas y analizarlas.

 

La actividad comenzó por la mañana. El día amaneció gris, pero a pesar de ello un grupito de socios y socias del IAN se animaron y bicicleta en mano recorrimos variospueblos próximos a Vitoria, haciendo paradas en las iglesias para detectar habitantes no humanos. En primer lugar paramos en Yurre, donde pudimos observar que la iglesia estaba habitada al menos por el Cernícalo vulgar, del cual encontramos algunas egagrópilas. Una mujer del pueblo nos comentó que la lechuza también andaba por allí, aunque nosotros no encontramos ningún indicio en el exterior de la iglesia. Luego seguimos hasta Aranguiz, donde descubrimos una enorme iglesia con mucho encanto, con las paredes cubiertas de hiedra y multitud de recovecos para la fauna. Seguimosdirección Foronda y llegamos hasta la iglesia de Artaza de Foronda, donde encontramos un posadero de Lechuza y pudimos recoger varias egagrópilas; también observamos egagrópilas de Cernícalo vulgar. De esta manera pudimos comprobar las diferencias de tamaño, forma y tipo de contenido de cada egagrópila, lo que nos sirve para saber a que especie pertenece. Después de un merecido descanso volvimos a Vitoria, pedaleando mucho más rápido que a la ida debido a la lluvia que comenzaba a caer.

 

Por la tarde se realizó un taller para analizar las egagrópilas de la lechuza y aprendera identificar su contenido. En primer lugar se disgregaron en seco las egagrópila con ayuda de pinzas, separando las estructuras óseas de las presas consumidas. Posteriormente se seleccionaron los cráneos y mandíbulas de los micromamíferos, a través de los cuales pudimos ver las diferencias que existen, en especial en las piezas dentarias entre ratones, topillos y musarañas. Para ello se utilizaron lupasbinoculares y unas claves de determinación apropiadas. El contenido estaba compuesto principalmente de micromamíferos, pero también pudimos comprobar la presencia de aves depredadas.

 

Texto y fotos: Nerea Ruiz de Azua

DESCUELGUE DE LAS CAJAS-NIDO




El pasado 31 de octubre por primera vez se ha invitado a los que lo deseasen a descolgar las cajas nido que todos los años se construyen y cuelgan multitudinariamente en el monte “La Dehesa”, del municipio de Aretxabaleta. A la cita acudieron 20 personas, de las cuales 4 eran socios del IAN. Esta ocasión ha servido para comprobar entre todos los asistentes el nivel de ocupación de las cajas colgadas en marzo de este mismo año.

La actividad comenzó con una breve explicación de nuestra compañera Merche, que comentó la metodología que se aplicaría para descolgar las cajas. Todos los asistentes tuvieron oportunidad de realizar alguna de las tareas necesarias: comprobar la orientación de la entrada de la caja, tomar fotografías del contenido, medir los huevos en caso de que los hubiere, describir el material del que estaba hecho el nido, etc.

Entusiasmados por la curiosidad de los más pequeños nos dedicamos por entero a la faena: con las pértigas en mano fuimos descubriendo el material que las aves habían abandonado después de la temporada de cría y los niños demostraron una especial delicadeza en el trato de los restos y huevos recolectados.

Los resultados fueron los siguientes: de 16 cajas colocadas, 5 tenían un nido ya abandonado en su interior, de las cuales 3 de ellas poseían restos de huevos, incluso algunos sin eclosionar que nos permitieron concluir que las especies que habían anidado eran carboneros y herrerillos.

El IAN quiere agradecer especialmente a Jordi Gómez Felip su ayuda en la identificación de los huevos de las especies ocupantes, a sus socios Antonio González y Merche Larrea sus gestiones y el material aportado para que esta actividad se realizase, así como al CEA (Centro de Estudios Ambientales) por la cesión de las pértigas para descolgar las cajas cómodamente. Asimismo, todos los participantes y de nuevo el IAN agradecen a la Junta Administrativa de Aretxabaleta y la Asociación de Vecinos Ur-Zaleak su colaboración para que esta actividad siga realizándose en homenaje a Iñaki Zorrakin.

Texto: Merche Larrea
Fotos y video: Antonio González