El sábado 20 de mayo salimos en cuatro coches a las diez de la mañana 17 socios, que nos habíamos apuntado, para visitar en el pueblecito vizcaíno de Mañaria el museo y fundación de ciencias naturales del Duranguesado, que se llama Hontza.
Allí nos esperaba su fundador y presidente, Enrike Huerta, y la joven Leire, de Gernika, la persona que nos iba a hacer la visita guiada por las instalaciones. Junto a ambos pasamos una mañana inolvidable.
Este museo cuenta hoy día con 45.000 ejemplares traídos de los cinco continentes, y nació de la mano de Enrique Huerta en 1962. Los ejemplares incluyen fósiles, minerales y todo tipo de animales del mundo y de hábitats, incluyendo los marinos, especialidad de Enrique. Provienen, sobre todo, de donaciones de otras colecciones a través de las décadas. Los ejemplares están muy bien expuestos y sorprende la variedad y la calidad. Mantuvo nuestro interés hasta el final, y fue un gran viaje a través del mundo y la variedad de especies que alberga. Ya desde la entrada, nos recibieron una jirafa disecada, un ornitorrinco, un albatros y otras curiosidades sorprendentes. Hoy en día estas colecciones ya no se podrían hacer ni esos animales disecar, por lo que resulta tan diferente y único.
Tras pasar dos horas intensas y fascinantes, nos despedimos mostrando nuestro interés en volver, ya de forma individual, para verlo más despacio y detenernos cada uno en lo que más nos atrajese, además de enseñárselo a otros. Hay mucho y espectacular. Sólo nos fuimos porque era ya la hora de cerrar.
Nos dirigimos a la plaza mayor, con bares y terrazas y unas vistas espectaculares sobre el monte Mugarra, entre otros. Mañaria está rodeado de montes. Hacía buen tiempo, con sol y nubes, a pesar del pronóstico de lluvia y frío. Allí nos tomamos un aperitivo en agradable conversación entre nosotros hasta que llegó un chubasco repentino y nos refugiamos bajo un alero, allí mismo. Como pasó pronto, empezamos a charlar con Enrike Huerta, que pasaba por allí, e iniciamos una agradable conversación con él, que nos contó muchas cosas del lugar y del museo y sus vicisitudes, además de contestar a nuestras preguntas. De allí nos fuimos al restaurante Errekondo, a la vuelta de la esquina, donde habíamos reservado, y pasamos otras dos horas deliciosas en agradable tertulia con nuestros compañeros, mientras nos sacaban la comida, sencilla y estupenda.
Satisfechos y relajados, hicimos un brindis por la organizadora, nuestra secretaria Flor, que nos había llevado a ver algo que no conocíamos la mayoría, en el Duranguesado: La Fundación y Museo Hontza. Pello dijo que teníamos que hacer algo así una vez al año, a partir de ahora. Nos pareció una buena idea.
Antes de despedirnos, nos sacamos unas fotos mientras contemplábamos la iglesia enfrente, allí mismo, y regresamos a Vitoria, renovados y más contentos que unas pascuas. Y seguiremos pensando durante unos días en todo lo que hemos visto y vivido juntos, la belleza de lugar y del valle, en este mayo primaveral, y en el mejor Museo de Ciencias Naturales de Euskadi, que se encuentra en Mañaria.