El domingo 25 de febrero se celebró la X Asamblea de Herbario digital en el Parque Natural de Izki, en Álava, con la asistencia de 15 participantes de distintas localidades cercanas que colaboran en su realización. En esta edición éramos anfitriones los alaveses y tuvimos mucha suerte con el tiempo, en medio de una borrasca muy húmeda estos días, ya que pudimos dar un paseo estupendo toda la mañana, sin apenas precipitaciones, y una niebla que aparecía y cabalgaba sobre las muelas del lugar, sus rocosas peñas, ocultándolas y desvelándolas a placer, pero siempre en un ambiente misterioso muy norteño, entre luces cambiantes. Las nubes bailaron para nosotros una danza juguetona de carnaval.
Fue emocionante vernos juntos y de cuerpo presente tras tres años, desde la pandemia, sin poder celebrar esta reunión anual cara a cara, entre ya viejos amigos, abrazarnos y charlar. Allí estaban los del Grupo de Botanika de Sestao: Javier Elorza, Javier Balentzia y Santi Patino, es decir, los vizcaínos. De Guipuzkoa vino Iker Novoa, de Oñati, y del grupo de Ciencias naturales de Zarautz, Juantxo Unzueta y Aitor Leiza, de Zumaia. Los del IAN de Álava éramos muchos: Pello Urrutia, Flor Morillo, Juan Pedro Solís, Antonio González, Bea Alonso, Juan Carlos Palacios, Josu Fernández de Arroyabe, Alfonso López de Armentia y Carolina Larrosa.
El paseo conjunto y el encuentro comenzó a las diez de la mañana en Izki, en la localidad de Korres y paseamos por las faldas del monte Soila entre los magníficos bosques de quejigos, encinas y hayas, oteando las masas de Quercus pyrenaica, marojales inmensos que han hecho famoso al parque. Pasamos junto a sus muelas rocosas que desaparecían como por encanto en cuanto nos encontrábamos todos ya colocados para una foto emblemática, debido a rápidas nubes que las cubrían y una niebla viajera que nos acompañaba.
Al regresar a Korres y tomar algo en el bar cogimos fuerzas para visitar en el siempre amable e interesante centro de interpretación una exposición del Parque natural de Izki, su gente y sus muchas riquezas y valores, diversas miradas, algunas artísticas, con motivo de los 25 años de su denominación.
Luego fuimos a comer a Maeztu, otro de sus pueblos, al restaurante Izki, que nos tenía preparada una larga mesa y donde disfrutamos de la conversación y una comida riquísima, variada y casera. Se nos veía felices tratando de todo lo que nos traemos entre manos y con nuevos desafíos, que, juntos, son posibles.
Nos costó despedirnos, aunque ya con la alegría del encuentro y la certeza de seguir colaborando juntos en equipo, compartiendo logros y retos, y esperando vernos dentro de un año en la próxima Asamblea y también, con algunos, en cualquier ocasión propicia mientras tanto.