Estas aproximaciones van desde el estudio de la fisiología de las algas que viven en la superficie de los glaciares, hasta el del funcionamiento de los árboles; pasando como no, por la descripción y catalogación de la flora alpina. Pero sin duda la actividad investigadora que más difusión pública ha dado al Instituto ha sido el estudio de todos los restos vegetales encontrados en la conocida momia Otzi, un hombre del neolítico encontrado hace casi 25 años en un glaciar situado en la frontera entre Italia y Austria. Todos sus restos arqueológicos se encuentran expuestos en la cercana ciudad italiana de Bolzano, pero la caracterización de los restos de alimento hallados, los instrumentos y ropas que portaba, o los pólenes que tenía adheridos han sido llevados a cabo en Innsbruck.
En nuestro caso, aunque menos excitante que el estudio de Otzi, hemos investigado sobre las también sorprendentes estrategias de supervivencia que tanto líquenes como semillas desarrollan para soportar la ausencia de agua. Además, durante nuestro tiempo libre hemos podido recorrer el maravilloso entorno alpino de Innsbruck, disfrutando las primeras semanas del esplendor de su flora, que se ve enriquecida por el marcado contraste geológico que existe en un área muy pequeña. De esta manera, salir a buscar la flora calcícola o silicícola es solo cuestión de decidir si la excursión se hace al norte o al sur de a ciudad de Innsbruck. Además de las plantas, la omnipresencia de rebecos y marmotas, así como la aparición esporádica de otras delicatesen alpinas como la salamandra alpina, el lagópodo alpino o el íbice, han dado alegría a muchos de estos paseos.