Baño de grullas en Extremadura

Baño de grullas en Extremadura

Este puente de Diciembre una expedición de nueve personas del IAN nos propusimos hacer una visita ornitológica y cultural a Extremadura. A las ocho de la mañana del sábado día 5 salimos del seminario con la intención de llegar al Parque Nacional de Monfragüe a comer. Tras surcar la meseta castellana cuya panorámica celeste podría competir con paisajes marítimos, y la Sierra de Béjar con toda su gama cromática otoñal, llegamos a nuestro primer destino.

En Monfragüe pudimos disfrutar de nuestra primera comida campestre con una agradable temperatura cercana a los 20ºC, y ya impacientes por hacer nuestra primera prospección de fauna avícola, nos dirigimos a uno de los enclaves estratégicos de este espacio protegido para tal propósito, El Salto del Gitano. Desde este mirador al río Tajo custodiado por la Peña Falcón pudimos observar en vuelo a parte de los componentes de la mayor colonia de buitres leonados de este parque, y en una cavidad de esta peña una espectacular trifulca de buitres cuyos gritos invadieron el paisaje sonoro durante gran parte de nuestra estancia en este lugar. Sin embargo, durante esta algarabía un visitante más pequeño y discreto consiguió acaparar nuestra atención como si de una estrella del rock se tratara y haciendo honor a su nombre: el roquero solitario. Pero no consiguió evocar en nosotros ningún clásico del rock, sino más bien un repertorio musical algo peregrino, como la marcha imperial de StarWars o la barbacoa de GeorgieDann. Misterios de la naturaleza humana…Tras este primer encuentro con la avifauna extremeña nos dirigimos a nuestro campo base, Miajadas, para aguardar la llegada del siguiente día.

El domingo nos dirigimos Guadalupe, y ya en este trayecto pudimos observar en las dehesas de encinas y arrozales de esta región a la especie que, por su abundancia, vistosidad y sonoridad de sus trompeteos, se iba a convertir en el protagonista indiscutible de este viaje: la grulla Grus grus. En Guadalupe pudimos disfrutar del aire mudéjar de su rico patrimonio artístico como Real Monasterio de Santa María de Guadalupe, el Colegio de Gramática con su acogedor patio interior lleno de naranjos, el Hospital de San Juan, donde se practicó en España la primera autopsia con la venia de la Iglesia, la antigua judería y los arcos medievales.

Ya empapados con algo de cultura y alimentados con una cata de migas extremeñas pusimos rumbo al Embalse de Cubilar. En este mediodía, también de cielo despejado y agradable temperatura, tomamos nuestro refrigerio a las orillas del embalse acompañados por momentos del trompeteo de las grullas y de la presencia de diversas ánades, dominando en abundancia la cerceta común. La tarde de este día la disfrutamos en la finca de Moheda Alta visitando sus diversos observatorios de aves. En la ruta de un observatorio a otro fuimos acompañados por unos bulliciosos gorriones morunos que usaban los carrizales como escondite para poner a prueba nuestra pericia observadora. Ya asentados dentro de un observatorio pudimos contemplar en unos arrozales inundados especies como la garcilla bueyera, la agachadiza, avefrías y el aguilucho lagunero. La culminación a esta visita la pusieron centenares de grullas retornando durante el ocaso a su dormidero situado en un humedal cercano.

En el tercer día de esta expedición la dedicamos a recorrer la ZEPA Llanos de Zorita, Embalse de Sierra Brava y las dehesas de Obando. Las temperaturas de este día nos recordaron que estábamos
a las puertas del invierno, y no en la cuasiprimavera de los días anteriores, pero esto no nos amilanó

para seguir en la búsqueda de nuestras queridas amigas aladas. En el embalse hacían acto de presencia un grupo de ánades, aunque pusimos más atención tierra adentro para encontrar aves de hábitos terrestres. Cerca de nosotros revolotearon gorriones molineros, y en la distancia pudimos observar a las omnipresentes grullas, rapaces como el milano real, busardo ratonero y aguilucho lagunero, así como una caravana de garcillas bueyeras persiguiendo a los tractores para encontrar con mayor facilidad su almuerzo en las tierras recién removidas. En nuestra ruta por diversos pueblos de colonización creados por el Plan Badajoz de los años 50, hicimos varias paradas en los arrozales y zonas húmedas de esta zona en los

que contemplamos una rica variedad de aves como gansos comunes, gaviotas reidoras, abubillas, avefrías, cigüeñas blancas, alcaudón real, agachadizas, archibebes claros,gorriones morunos, gallineta común, martín pescador, y cómo no, grullas. Incluso el ojo avizor con propiedades camaleónicas de uno de los miembros de la expedición pudo contemplar varios ejemplares de bengalí rojo, pajarillo exótico procedente de Asia y que desde los años 70 se ha naturalizado principalmente en Extremadura debido a sueltas o escapes de ejemplares introducidos como mascotas. Para poner la guinda a este día dedicado a la avifauna, quisimos regresar a la finca de Moheda Alta para
volver a contemplar el regreso de las grullas a sus humedales-dormitorio, pero el día menos soleado adelantó su regreso y únicamente vimos llegar unos pocos bandos rezagados. Pero aprovechamos la ocasión para sacarnos la foto de grupo en este enclave de referencia para los aficionados de la ornitología, al mismo tiempo que pasamos un divertido momento poniendo a prueba la pericia de nuestra fotógrafa oficial.


Pero todo viaje tiene su fin, y para este reservamos un plato fuerte para la ruta de regreso. En

este último día visitamos la ciudad de Trujillo, ciudad de origen de Francisco Pizarro, cuya presencia ha quedado perpetuada a través de su escultura ecuestre situada en una magnifica Plaza Mayor.

En ella se distribuyen diversos edificios monumentales de manera dialogante (según la interpretación de nuestro arquitecto oficial), y también es un lugar acogedor para el diálogo entrelugareños y turistas al estar rodeada en su gran mayoría de soportales que albergan diversos rincones donde poder tomarse tranquilamente un café. Sin embargo proseguimos nuestra ruta por la ciudad para conocer mejor sus calles, palacios y su parte más elevada donde no podía faltar un castillo-fortaleza. Pero, aún sin café, no quisimos marcharnos de aquí sin tener la ocasión de probar los churros extremeños, de reconocido prestigio, coincidiendo todos los catadores en valorar esta fama como merecida.

Con el buen sabor en la boca nos dirigimos hacia la última parada de observación de aves: Llanos de Belén. Éste es un paraje ideal para la observación de aves esteparias, y fuimos con la ilusión de poder contemplar a la avutarda, la especie más emblemática de ellas debido a su gran tamaño. No hubo suerte, pero tampoco nos fuimos de vacío ya que nos acompañaron otras especies típicas de este hábitat como la cogujada montesina y la alondra común. Terminamos esta experiencia compartida por los nueve expedicionarios comiendo en La Granja, cerca de Zarza de Granadilla, en Cáceres. Ahí pudimos degustar nuestra última comida en un tranquilo merendero (por lo menos en esta época) cerca de un río, siendo los encargados de despedirnos un simpático grupo de mitos.

Gracias a Brian por haber querido compartir con nosotros estos rincones ibéricos que se quedarán grabados en nuestros recuerdos durante largo tiempo.

Textos de Mónica
Fotos de Loreto, Rocío, Teresa y Brian

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