Archivo de la categoría: Herbario Digital Xabier Arizaga

HERBARIO DIGITAL: 2ª salida

El último domingo de mayo, y como segunda salida de este año de las del calendario del Herbario digital, nos dirigimos a la sierra de Santo Domingo en Zaragoza; éramos siete exploradores y la perra Bruna. Llegamos al pueblo medieval de Longás, pueblo del color de la tierra y abrazado por tres ríos. Está situado en la cabecera de lo que los aragoneses llaman A Bal d’Orsella. Nos habíamos levantado a las seis de la mañana y contábamos con un magnífico fotógrafo, Juan Ramón, de Manzanos; un sabio tónico, Jesús Mendibil; una gacela artista, Arán; y tres naturalistas, buenos conocedores de los hábitats, Pello, Antonio y Jaime; más esta cronista de un día largo y magnífico.

El caminito de montaña subía y subía y estuvimos siete horas subiendo, mañana y tarde, sin desfallecer. Cerca del pueblo, los linos blancos y azules estaban preciosos y el amarillo generoso de la Scorzonera hispanica y de las diferentes genistas nos entretuvo un poco.

 

 

Una vez metidos en las profundidades de la sierra, el paisaje cambió y pudimos disfrutar de gran variedad de orquídeas y de Lathyrus, entre los que identificamos el Lathyrus pannonicus, de flor color marfil, el morado L. filiformis y el difícil L. niger sub. niger en los bosques y en sus claros.

El canto y el reclamo del pinzón nos acompañaron todo el camino, especialmente cuando llegamos a la parte alta, un pinar inmenso de pino silvestre, que ya nos acompañó el resto de la jornada.

Vimos una Pyrolacea rarísima, la Moneses uniflora, que Pello nos explicó que se da en abetales y en el Pirineo. La descubrió Jaime y, como sólo había una, fue una de las estrellas más fotografiadas de la mañana. Allí cerca, en el bosque, encontramos al hermoso Sello de Salomón (Polygonatum odoratum) con sus capullos blancos inconfundibles, que también sufrió nuestros disparos.

Llegamos a un claro que consideramos nuestro techo, desde el que se divisaban los Pirineos y el Valle del Roncal. Caímos de rodillas todos a una ante una bella Cistacea y además subpirenaica, el Helianthemum nummularium sub. pyrenaicum.

Bajar nos costó menos, ya por la tarde y en dos patadas, y al llegar a Vitoria a las diez de la noche, derrengados pero felices, dijo Pello que eso era un Día. Con mayúsculas, por supuesto. Habrá otros, ya que la siguiente cita será para explorar Las Landas francesas el fin de semana del 19 y 20 de junio.

Texto y fotos: Carolina Larrosa

Ultimas salidas del Herbario digital

El último domingo de septiembre terminaron las salidas de campo del grupo que realiza el Herbario digital con una visita a la ría de Gernika con un tiempo magnífico y capitaneados por Pello Urrutia. En las marismas y arenales de San Cristóbal, en Busturia, los mosquitos picaron fuerte mientras observábamos distintos Limonium, como el binervosum y el vulgare, identificábamos juncos, y aprendíamos a distinguir la Salicornia de la Sarcoconia fructicosa. El arbusto bajo y común de la zona, Halimione portulacoides también fue admirado y aprendido, junto al Aster tripolium, la Suaeda marítima y la planta rastrera Salsola kali, que se desprende cuando se seca para rodar por los descampados como estrategia de propagación. Luego nos desplazamos al cabo Matxitxako, donde la búsqueda de la Armeria euscadiensis dió sus frutos.

Terminamos en Bakio y cerca de Armintza explorando numerosos caminos abandonados que conducían al mar, observando y fotografíando gran cantidad de plantas y descubriendo las ubicuas hierbas de la Pampa en grandes cantidades por toda la costa. Una mejor gestión del paisaje para evitar situaciones como ésta parece ser la vía correcta.

Sin duda, un broche de oro, con mar y sol, para una actividad de recogida de fotos de plantas de distintos hábitats, que se ha prolongado desde la primavera hasta el final del verano. La primera salida nos condujo a Fontecha, a orillas del río Ebro y al lago de Arreo, con grandes hallazgos de flora en su mejor momento, que ya se comentaron en su día. Le siguió una salida a tierras riojanas, a Alfaro y al Carrascal de Villarroya, este último, un lugar curioso de llanura y yesos, propio de zonas abiertas, áridas y salinas. Dirigió allí el riojano Diego.

La tercera salida nos llevó al monte Costalera desde el pueblo de Nazar, en Navarra, donde vivimos aventuras varias, especialmente un descenso memorable e inolvidable, como lo fue la jornada botánica, observando plantas que sólo se dan a más de mil metros, rodeados de algunos curiosa Centaurea lagascana, amarillas y acaules, cuando nos sentamos a comer sobre un barranco, el Aster alpinus, que es morado, la preciosa Arenaria montana y gran variedad de plantas de rocalla. En los crestones calizos aparecía la Paronychia kapela y en los pastos pedregosos fotografíamos y discutimos cantidades notables de plantas, usando las claves e identificando especies. Incluso, al fin de la jornada, Pello nos llevó a dar un paseo circular desde el pueblo de Otiñano donde aprendimos, entre otras cosas, a distinguir entre dos especies de Verbascum, que aún estaban en flor.

A caballo entre julio y agosto transcurrió la anteúltima salida, de tres días, a los Pirineos de Huesca, donde disfrutamos muchísimo y nos hizo un tiempo muy agradable, tormenta incluida cuando ya bajábamos al atardecer del segundo día el inolvidable Acherito. Nos alojamos en el albergue de Siresa, donde se comía y bebía casero y riquísimo, y estuvimos muy a gusto. Desde allí exploramos, pasando la selva de Oza y con vistas a Peña Forca, en una ascensión memorable, de casi toda la jornada, por el barranco de Acherito hasta llegar al precioso lago azul turquesa donde comimos: el Ibón de Acherito, como una gema en el barranco. Disfrutamos muchísimo por el camino, según ascendíamos, viendo cambiar la flora según ganábamos altura. El liquen geográfico nos indicó en su momento que habíamos cambiado a suelo ácido. La hierba algodonera, Eriophorum latifolium, a mitad de ladera y entre regatos, nos entretuvo mucho, con la cara pegada al suelo, así como los innumerables Iris latifolia, azules, que poblaban las alturas. La Primula farinosa, blanca, y el Hypericum ritcheri hicieron nuestras delicias también. Más arriba, sobre el Ibón, empezaron a aparecer plantas aún más raras como la Armeria pubinervis, Salix pyrenaica, el Rhododendrum ferrugineum y dos tipos de arándano al lado uno de otro: Vacinium uliginosum y mirtillus. También vimos y fotografiamos la Rosa pendulina, la Silene ciliata y el Trifolium alpinum entre otras muchas. El extraño Hinojo de oro, Meum athamanticum, lo encontramos en lo más alto, así como el cebollino común y una umbelífera muy bonita: Bupleurum angulosum. Antes de iniciar el empinado descenso apareció una gencianacea curiosa, la Swertia perennis.

La última jornada nos condujo al hayedo-abetal de la selva de Oza, primero, y luego a Aguas Tuertas. Pello nos enseñó lo que es una megaforbia, esas formaciones de grandes hierbas nutridas por el arroyo omnipresente. No nos privamos tampoco de inmortalizar la amapola amarilla de la zona, Meconopsis cambrica, que no faltó a lo largo de toda la jornada. Rematamos la faena con un dolmen de 5.000 años de antigüedad pero antes de Cristo. Eso sí: era enano. Por allí cerca, apareció, por fin, la Sempervivum arachnoideum formando curiosas almohadillas en las rocas, y la Saxifraga paniculata, que también se dejó fotografiar.

Va a ser difícil superar el buen tiempo, ambiente y disfrute de esta temporada magnífica haciendo un herbario digital, una gran gozada y un viaje fascinante por casi todas las alturas y ecosistemas a nuestros alance, que nos han revelado alguno de sus misterios.

Aún nos queda, ahora, mucho trabajo y disfrute para poner toda la información en forma de Herbario digital. En ello estamos.

Texto y fotos Carolina Larrrosa

Herbario digital

La primera salida botánica para realizar un herbario digital transcurrió en Álava partiendo de Castillo de Fontecha por la mañana y rodeando el lago de Arreo por la tarde de un primer domingo de mayo soleado y florido. Capitaneados por Pello Urrutia enseguida nos vimos 12 personas armadas con las claves botánicas, cámaras y libretas estudiando en el carrascal de Fontecha nuestras primeras plantas de la jornada, identificando un arbusto raro, que estaba en flor, nada más llegar, que resultó ser el Agracejo, es decir Berberis vulgaris. Nos dividimos en varios grupos para trabajar a la vez con plantas distintas pero muy pronto nos encontramos todos juntos tumbados sobre un arenal cubierto de plantas anuales variadas como la diminuta Myosotis ramosissima globularis, la más pequeña de las Nomeolvides. La lupa nos fue de gran utilidad para admirar sus pelos uncinados (ganchudos) y, no digamos, al llegar a las orillas del río Ebro, donde había un encinar, estudiar los aquenios, los pequeños frutos que no se abren, de un ranúnculo (Ranunculus paludosus), planta muy rara.

Fue interesante aprender a distinguir la Genista scorpius del Ulex, la Otaka, por la forma del cáliz de sus flores así como admirar la Papaver argemone, una amapola pequeña y de pétalos muy separados, escasa.

La belleza de algunas Cistáceas en flor como la Tuberaria guttata, con sus motas marrones sobre flor amarilla nos hizo escogerla, así como la Jara de suelo calizo, Cistus albidus, con sus flores rosas. Pronto surgieron espectaculares orquídeas como la Cephalanthera longifolia, de un blanco puro y la rara Dactylorrhiza insularis, rara, que produjo gran emoción.

Otra planta sorprendente de las muchas que merecieron nuestra atención fue la Matthiola fructiculosa, que se da en la cuenca del Ebro. Cuando ya creíamos haber colmado el cupo de sorpresas apareció una Ranunculácea que hizo nuestras delicias, una flor muy rara y de una belleza imposible de ignorar, de color morado y aspecto aterciopelado: la Pulsatilla rubra hispánica. Había muchos ejemplares en un espacio pequeño. Cada planta seleccionada sufrió el acoso de muchos fotógrafos, creándose un ambiente de gran intensidad emocional.

Terminamos el paseo por la tarde rodeando el lago de Arreo, donde fotografiamos a la Thymelea ruizii como si se tratara de una estrella de cine, y agotamos nuestros últimos cartuchos por el momento identificando a la Carex flacca. Mientras tanto en el carrizo del lago cantaba el carricero tordal, proclamando con nosotros que era un gran día.

Texto y fotos: Carolina Larrosa
Fotomontaje: Antonio González