A caballo entre julio y agosto transcurrió la anteúltima salida, de tres días, a los Pirineos de Huesca, donde disfrutamos muchísimo y nos hizo un tiempo muy agradable, tormenta incluida cuando ya bajábamos al atardecer del segundo día el inolvidable Acherito. Nos alojamos en el albergue de Siresa, donde se comía y bebía casero y riquísimo, y estuvimos muy a gusto. Desde allí exploramos, pasando la selva de Oza y con vistas a Peña Forca, en una ascensión memorable, de casi toda la jornada, por el barranco de Acherito hasta llegar al precioso lago azul turquesa donde comimos: el Ibón de Acherito, como una gema en el barranco. Disfrutamos muchísimo por el camino, según ascendíamos, viendo cambiar la flora según ganábamos altura. El liquen geográfico nos indicó en su momento que habíamos cambiado a suelo ácido. La hierba algodonera, Eriophorum latifolium, a mitad de ladera y entre regatos, nos entretuvo mucho, con la cara pegada al suelo, así como los innumerables Iris latifolia, azules, que poblaban las alturas. La Primula farinosa, blanca, y el Hypericum ritcheri hicieron nuestras delicias también. Más arriba, sobre el Ibón, empezaron a aparecer plantas aún más raras como la Armeria pubinervis, Salix pyrenaica, el Rhododendrum ferrugineum y dos tipos de arándano al lado uno de otro: Vacinium uliginosum y mirtillus. También vimos y fotografiamos la Rosa pendulina, la Silene ciliata y el Trifolium alpinum entre otras muchas. El extraño Hinojo de oro, Meum athamanticum, lo encontramos en lo más alto, así como el cebollino común y una umbelífera muy bonita: Bupleurum angulosum. Antes de iniciar el empinado descenso apareció una gencianacea curiosa, la Swertia perennis.
Ultimas salidas del Herbario digital
Terminamos en Bakio y cerca de Armintza explorando numerosos caminos a
bandonados que conducían al mar, observando y fotografíando gran cantidad de plantas y descubriendo las ubicuas hierbas de la Pampa en grandes cantidades por toda la costa. Una mejor gestión del paisaje para evitar situaciones como ésta parece ser la vía correcta.
Sin duda, un broche de oro, con mar y sol, para una actividad de recogida de fotos de plantas de distintos hábitats, que se ha prolongado desde la primavera hasta el final del verano. La primera salida nos condujo a Fontecha, a orillas del río Ebro y al lago de Arreo, con grandes hallazgos de flora en su mejor momento, que ya se comentaron en su día. Le siguió una salida a tierras riojanas, a Alfaro y al Carrascal de Villarroya, este último, un lugar curioso de llanura y yesos, propio de zonas abiertas, áridas y salinas. Dirigió allí el riojano Diego.
La última jo
rnada nos condujo al hayedo-abetal de la selva de Oza, primero, y luego a Aguas Tuertas. Pello nos enseñó lo que es una megaforbia, esas formaciones de grandes hierbas nutridas por el arroyo omnipresente. No nos privamos tampoco de inmortalizar la amapola amarilla de la zona, Meconopsis cambrica, que no faltó a lo largo de toda la jornada. Rematamos la faena con un dolmen de 5.000 años de antigüedad pero antes de Cristo. Eso sí: era enano. Por allí cerca, apareció, por fin, la Sempervivum arachnoideum formando curiosas almohadillas en las rocas, y la Saxifraga paniculata, que también se dejó fotografiar.
Va a ser difícil superar el buen tiempo, ambiente y disfrute de esta temporada magnífica haciendo un herbario digital, una gran gozada y un viaje fascinante por casi todas las alturas y ecosistemas a nuestros alance, que nos han revelado alguno de sus misterios.
Aún nos queda, ahora, mucho trabajo y disfrute para poner toda la información en forma de Herbario digital. En ello estamos.
Texto y fotos Carolina Larrrosa