Un grupo de seis animosos socios del IAN nos propusimos cubrir los 600 km que separan Vitoria del Delta del Ebro, en Tarragona, con el fin de conocer este espacio natural de fama internacional. No en vano está considerado el segundo humedal de la Península Ibérica por su importancia para las aves acuáticas, detrás de Doñana. El delta se ha ido formando lentamente durante los últimos 2.000 años, con los aportes de sedimentos arrastrados por el río Ebro desde su cuenca. Con la construcción de embalses y el incremento de las zonas forestales durante el siglo XX –sin olvidar el posible impacto de la subida de nivel del mar y el cambio climático-, el delta es hoy un ecosistema en regresión. Además sus fértiles suelos se encuentran intensamente transformados, ya que más de un 70 % de su superficie son arrozales. Pero permanecen lagunas naturales, carrizales, pastizales salinos y playas, en un territorio que en conjunto sustenta las mayores colonias ibéricas de algunas especies de láridos -incluida la amenazada gaviota de Audouin-, ardeidas y flamencos.
El hecho de que el pato colorado haya sido declarado “ave del año” por SEO/BirdLife constituía una buena excusa para visitar el delta, ya que éste alberga la mayor población reproductora ibérica. Además de disfrutar de los bandos postnupciales en la laguna de La Tancada, otras especies inexistentes o poco frecuentes en el País Vasco que pudimos observar fueron calamón, pagaza piquirroja, charrán patinegro, morito, águila pescadora, garceta grande, garcilla cangrejera, pechiazul y carricerín real. Se incluye en el lote un ejemplar híbrido de garceta común y garceta dimorfa, considerado una rareza. En suma, una aproximación rápida pero intensa a uno de los paraísos ornitológicos de la naturaleza ibérica.