El pasado sábado 14 de abril se desarrolló esta actividad, que tuvo como destino la localidad de Okina, en los Montes de Vitoria. El lugar de la cita fue el de costumbre, el aparcamiento del Seminario, donde, a las 7,30 de la mañana nos reunimos quince personas. Tres participantes más llegaron directamente a Okina desde Amurrio.
Tras las presentaciones y una breve introducción, a las 8,15 comenzamos el recorrido, que nos llevó, siguiendo el curso alto del río Ayuda, hasta la localidad treviñesa de Sáseta. Tras almorzar en este pequeño pueblo, remontamos el río en sentido contrario para regresar a Okina a la hora de comer.
A pesar de que el cielo estuvo cubierto y el ambiente fue neblinoso durante toda la jornada, tuvimos ocasión de disfrutar del paisaje de este enclave mientras vimos y oímos un buen número de especies de aves. Un mirlo acuático –típico habitante del curso alto de los ríos– y una despistada abubilla en el borde de un hayedo fueron las aves más curiosas que pudimos observar.
Los participantes noveles se esforzaron por memorizar algunos cantos frecuentes y fáciles de identificar. Por su parte, los habituales de este tipo de actividad (algunos de ellos colaboradores del programe SACRE de la Sociedad Española de Ornitología) se enfrentaban al reto de distinguir las voces de las diversas especies de páridos o, por ejemplo, diferenciar los similares cantos del trepador azul y el escribano soteño.
Tras las presentaciones y una breve introducción, a las 8,15 comenzamos el recorrido, que nos llevó, siguiendo el curso alto del río Ayuda, hasta la localidad treviñesa de Sáseta. Tras almorzar en este pequeño pueblo, remontamos el río en sentido contrario para regresar a Okina a la hora de comer.
A pesar de que el cielo estuvo cubierto y el ambiente fue neblinoso durante toda la jornada, tuvimos ocasión de disfrutar del paisaje de este enclave mientras vimos y oímos un buen número de especies de aves. Un mirlo acuático –típico habitante del curso alto de los ríos– y una despistada abubilla en el borde de un hayedo fueron las aves más curiosas que pudimos observar.
Los participantes noveles se esforzaron por memorizar algunos cantos frecuentes y fáciles de identificar. Por su parte, los habituales de este tipo de actividad (algunos de ellos colaboradores del programe SACRE de la Sociedad Española de Ornitología) se enfrentaban al reto de distinguir las voces de las diversas especies de páridos o, por ejemplo, diferenciar los similares cantos del trepador azul y el escribano soteño.
Josean Gainzarain