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Los colores de los líquenes

En esta la última charla programada en Ataria con motivo del 25º aniversario del IAN, nuestra socia, Beatriz Fernández Marín, nos acercó al mundo fascinante de los líquenes. A pesar de la lluvia y el frio, acudieron a la cita más de 20 personas, todo un éxito.

En la primera parte de su intervención Bea nos explicó que los líquenes son unos seres enigmáticos, formados por un hongo y un alga microscópica, que se desarrollan en una relación simbiótica que modifica su morfología, fisiología y bioquímica. Debido a su peculiar estrategia de vida y a su pequeño tamaño, pasan a veces desapercibidos. Sin embargo, están intrínsecamente presentes en nuestro entorno (incluyendo el urbano) e incluso en nuestra vida cotidiana (en forma de cosméticos y otros productos). Se estima que el 6% de la superficie terrestre de nuestro planeta está ocupada por líquenes.

Además de desempeñar papeles ecológicos imprescindibles en su medio natural, los líquenes representan una herramienta muy útil en el estudio de la contaminación atmosférica, representan una fuente de recursos aún sin explorar y nos hablan del grado de salud ambiental del lugar en el que se desarrollan.


A continuación, abrimos los paraguas para realizar una breve salida por Salburua con el objeto de recoger unas muestras de los líquenes presentes en el entorno.

En la tercera y última parte de la presentación, se examinó la morfología de algunas especies remarcables de macrolíquenes de Álava y, con la ayuda de diversas guías de campo, se identificaron algunas de las más sencillas


Se extrajeron sustancias liquénicas con disolventes orgánicos y se observó su microcristalización al microscopio. Se emplearon test químicos sencillos utilizados en quimiotaxonomía y se observaron las propiedades fluorescentes de algunas sustancias liquénicas mediante iluminación de los especímenes con luz ultravioleta.

Finalmente, se evaluó la capacidad de los líquenes para sobrevivir en estado deshidratado mediante medidas de fluorescencia de la clorofila durante su rehidratación.

Textos y fotos Bea Fernández y Brian Webster
Como novedad, ahora puedes ver más fotos de la actividad en: http://www.flickr.com/photos/118485008@N08/sets/72157641373985594/

Trabajando en Kew

Como algunos ya sabéis, este año y para mi desgracia, no podré asistir a las actividades del IAN hasta el final del verano, sin embargo, es por una buena causa. Os escribo desde Inglaterra y es que, como parte de mi tesis doctoral, he tenido la oportunidad de desplazarme durante tres meses a un centro de investigación aquí para aprender algunas técnicas. Así, en las próximas líneas comparto con vosotros, dónde me encuentro y qué es exactamente lo que hago aquí.

“The Royal Botanical Gardens Kew” ¿os suena? es la institución británica que comprende los dos principales jardines botánicos del país: el de Londres, conocido como Kew Garden, y el de Wakehurst Place, situado en el pueblecito de Ardingly, a unos 80km al sur de Londres. Los dos son jardines visitables por el público pero además desarrollan programas de investigación que abarcan distintos campos de la biología vegetal. En Wakehurst Place, en concreto, es donde se desarrolla el proyecto Millennium Seed Bank, y es dentro de éste donde se ubica mi trabajo aquí.

¿Pero qué es el Millennium Seed Bank?

Pues se trata de un proyecto para formar un enorme banco de semillas (o sea, un gran almacén de semillas bien organizado por especies) en el que se pretenden conservar a largo plazo semillas de todas las plantas superiores del mundo. El proyecto, que Reino Unido desarrolla en colaboración con otros 50 países repartidos por todo el mundo, lleva ya en marcha varios años, y tiene como principal propósito el de conservar semillas de especies salvajes, prioritariamente aquéllas que son endémicas de un determinado lugar, económicamente importantes, o bien, que se encuentran amenazadas. Como en otros bancos de semillas, la idea es tenerlas disponibles para poder obtener nuevas plantas en caso de que los individuos naturales hayan desaparecido por alguna causa: extinción, catástrofes naturales, plagas (como la de la grafiosis del olmo, por ejemplo) o acción directa del hombre (guerras, bombas nucleares etc.).

¿Y qué hago yo allí?

Además de como “recurso de emergencia”, las semillas se utilizan en investigación con fines medicinales o de restauración ambiental. En el Millenium Seed Bank Building (el edificio en el que vivo y trabajo) se trabaja, sobre todo, para desarrollar nuevas técnicas que permitan conocer la viabilidad de las semillas en cada momento y los factores que condicionan su conservación, su dormancia y su germinación (la dormancia es un estado en el cual algunas semillas permanecen “como muertas” hasta que se dan las condiciones idóneas para germinar, por ejemplo: un aumento de la temperatura y de la humedad a su alrededor).

Y es que la conservación de algunas semillas es relativamente sencilla en un ambiente seco y fresco (como es el caso de las simientes de pimiento o lechuga que fácilmente podemos encontrar en un supermercado), sin embargo, las semillas de otras muchas especies mueren si las secamos, o bien, necesitan un tratamiento especial antes de poder germinar (como puede ser someterlas a un cambio brusco de temperatura).

Pues bien, aquí hay varios equipos de investigación. Uno de ellos trabaja para conocer cuales son las condiciones óptimas para conservar cada especie; otro de los equipos estudia cuáles son los requisitos para que las semillas germinen; y en el equipo en el que yo me he incorporado estudiamos la bioquímica de las semillas.

En concreto, una de las cosas que hacemos es analizar moléculas antioxidantes: estudiamos su actividad dentro de las semillas y también su relación con la viabilidad de las mismas. El objetivo es obtener un marcador de viabilidad, o sea, que midiendo un antioxidante en unas pocas semillas de un bote, seamos capaces de predecir si las semillas de ese bote en general son viables o no, sin necesidad de tener que ponerlas a germinar y esperar el tiempo correspondiente.

Vivir en el Millennium Seed Bank

Y bueno, ya para acabar, contaros que el hecho de que el edificio esté ubicado en un paraje precioso a 15 km de los primeros atisbos de urbanidad y con un escaso servicio de autobús de lunes a sábado que termina a las 18.00… tiene sus ventajas e inconvenientes. Contaros como anécdota, que para poder ir al supermercado, el centro proporciona a los investigadores residentes aquí un taxi cada viernes! Por último confesaros que es un privilegio poder pasear por estos parajes cada tarde tras un duro día de trabajo.

Texto y fotos: Bea Fernández Marín

Fotos, desde arriba: Bea y una colega en Wakehurst Place; semillas; edificio MSB; Bea en el labo; sequoia agujereada por pájaros carpinteros.