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EXPERIENCIAS DE NUESTROS SOCIOS

Estepas de Alfaro (La Rioja), 4-11- 2007
“La memoria no excluirá nunca aquella gran lluvia de aves.” Joaquín Araujo

Leímos en prensa que se iba a realizar una salida ornitológica por las estepas de La Rioja para ver especialmente gangas y ortegas. Contactamos con un grupo de amigos de la ornitología que desde Logroño realizan a menudo salidas para ver aves. Conocimos a Diego, Oscar, José Félix y Jesús, quienes nos enseñaron varias zonas en las cercanías de Alfaro. Allí avistamos las esperadas gangas y ortegas comiendo en las estepas riojanas.

Hemos sido afortunados conociendo a estos amigos de las aves por su simpatía y su generosidad para enseñarnos estos parajes y compartir con nosotros su conocimiento.

En el recorrido fuimos sorprendidos gratamente por bellas rapaces, al acecho de los abundantes conejos, como el águila real, milano real, o el aguilucho lagunero, siempre acompañados de bandos de estorninos y cornejas. Un grupo de avefrías y un curioso mochuelo dieron el broche final a este recorrido. Desafortunadamente tenemos que hablar también del gran número de cazadores repartidos por las estepas, por sorpresa en su mayoría jóvenes, que confiamos no hayan añadido más bajas en la bóveda de este mundo.
Concluimos esta salida en la reserva natural de Los Sotos de Alfaro, visitados por azulones, ánade friso, martín pescador, bandos de lúganos y de mitos,… y la presencia de un gavilán.
De vuelta a Vitoria, paramos un momento en el atardecer de las lagunas de Laguardia. El sol dejó unas nubes rosadas como fondo de miles de estorninos buscando un lugar donde dormir entre las cañas. El aguilucho lagunero también se despedía de la tarde perseguido con insistencia por la nube de aves.

BMMA

Día de las aves 2007

El fin de semana del 6 y 7 de octubre se celebraba, en todo el mundo y bajo los auspicios de BirdLife International, el Día de las Aves, un evento de carácter anual que pretende llamar la atención de los ciudadanos sobre los problemas de conservación de la biodiversidad en general y de las aves en particular, así como extender la afición a la observación de aves. Pues bien, como desde hace casi 15 años, el IAN no faltó a la cita y programó para el domingo 7 una travesía marina a borde de la goleta Cantabria Infinita, con la inestimable colaboración de SEO-Cantabria.
Esta entidad gestiona, por encargo del Gobierno de Cantabria, un programa de avistamiento de aves marinas partiendo de la bahía de Santander. Hasta allí nos acercamos un grupo de 24 amigos del IAN, y zarpamos rumbo norte en una mañana con viento en calma y apenas oleaje. Esta circunstancia presagiaba una singladura cómoda y sin mareos, pero por el contrario dificultaría la detección de aves migratorias ya que éstas prefieren desplazar sus rutas hacia mar abierto.
A la salida de la bahía pudimos contemplar charranes patinegros, alguna gaviota cabecinegra y las concentraciones de gaviotas patiamarillas y sombrías, cormoranes moñudos y grandes que ocupaban el islote Mouro y aprovechan los acantilados rocosos inaccesibles y las zonas con vegetación para el reposo y la nidificación. Ya en mar abierto, aunque finalmente el flujo de migración no fue de los más intensos, sí nos permitió disfrutar con págalos grandes, pardelas sombrías y baleares, y alcatraces en diversos plumajes. Éstos últimos, atraídos por los cebos lanzados desde el barco, nos obsequiaron con espectaculares zambullidas.

Varios ejemplares de bisbita común, quizá exhaustos en un viaje que podría hacerles atravesar un largo brazo de mar, buscaron un momento de reposo en el barco. Y por último, pudimos avistar un pequeño grupo de delfines mulares.

Culminada la singladura marina, aun tuvo el grupo fuerzas para visitar la marisma de Alday, un humedal periurbano en vías de recuperación gracias al impulso de la Fundación Naturaleza y Hombre. Esta pequeña marisma es, por ejemplo, el único punto de la cornisa cantábrica donde se ha mencionado recientemente la cría del escribano palustre, y durante nuestra visita hicimos buenas observaciones de aves acuáticas (cercetas, azulones, frisos, cucharas, porrones comunes, garzas reales, garcillas bueyeras, gallinetas e incluso un cisne cantor). Un buen colofón en una jornada ornitológica diferente para todos los que vivimos “tierra adentro”.

José María Fernández
Fotos: Nerea Ruiz de Azua

SANTOÑA, FESTIVAL DE LA MIGRACIÓN DE LAS AVES

“Entre la gaviota Patiamarilla y el viento se selló el mismo pacto que entre la luz y el cielo: no son el uno sin el otro.” Joaquín Araujo

Con motivo del Festival de la Migración de las Aves en Cantabria, nuestros amigos Brian y Jose Luis organizaron esta escapada a Santoña. La primera cita era un paseo en la Goleta Cantabria Infinita, una preciosa embarcación construida por su capitán, que utiliza también como residencia habitual.

Salimos dirección alta mar, bordeando los acantilados, refugio de tantas aves. Desde cubierta, pudimos ver el halcón peregrino peinando las rocas con su veloz vuelo. Y en el mar, los alcatraces desafiaban al viento y a las olas seguros y valientes. Un ornitólogo a bordo nos ayudaba a no perder detalle de quién surcaba los cielos. Como despedida de la Goleta, un págalo parásito hizo de las suyas persiguiendo la comida de una gaviota, un espectáculo de la naturaleza que seguro recordaremos con gratitud.

Ya en tierra, nos acercamos al punto de anillamiento, donde pudimos ver y aprender de los pequeños mosquiteros musicales e ibérico, cuyo pequeño cuerpo sorprende haga tan largos viajes. Una vez más, los humanos nos quedamos pequeños. Allí nos encontramos con los maratonianos amigos del IAN que ojo avizor buscaban a los nómadas del viento.

Entre las marismas se dejaban ver varios grupos de agujas colinegras, combatientes, zarapito trinador, garza real, espátula,… buscando siempre las razones del limo.

Llegó la hora de comer y cambiamos la barra de un bar por la del interior de un observatorio, y allí, asomados a las ventanas, disfrutamos mientras comíamos de la presencia cercana de gaviotas, del martín pescador, el cormorán moñudo, el ostrero, vuelvepiedras, chorlitejos… y la inquieta lavandera blanca bordeando las orillas.

Por la tarde, el último paseo desde el convento de Montehano, el águila pescadora nos saludo en el cielo con su poderoso vuelo.
Gracias a nuestros capitanes por la organización de los 14 tripulantes, incluída la pequeña Eunate.