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NAVARRA PEQUEÑA, OTRA VEZ

He podido ver por fin la cantera Navarra Pequeña, gracias a dos miembros de SALBAIA (Salvemos la Sierra de Badaia), tanto la parte ya explotada como la zona que la empresa desea explotar (ver entrada en el blog en junio del año actual). Marta e Isidoro me han llevado por una tarde otoñal el día 24 de octubre, desde el barrio de Ollávarre al monte, primero por senderos y piezas abandonadas a ver el hoyo dejado por la cantera y luego a disfrutar del encinar que se quiere desbrozar en el camino de vuelta.

No era una simple visita turística. Mi objetivo era recoger datos para poder, junto con Jaime Ortíz de Urbina, preparar la respuesta a una solicitud hecha por la Diputación Foral Álava, tal como suele hacer en estos temas.

Hagamos memoria de donde estamos en el actual proceso de autorización o denegación de la ampliación de la cantera.

De acuerdo con la solicitud de la empresa que explota la cantera actual, el Ayuntamiento de Nanclares de la Oca ha incluido una ampliación substancial de la cantera Navarra Pequeña en su propuesta de nuevo Plan General de Ordenación Urbana (PGOU), recalificando una zona forestal protegida a restaurar como canterable.

Como cualquier otro proyecto o plan que tiene un impacto medioambiental ese PGOU (y, dentro de él, la propuesta de recalificación que acabamos de presentar) tiene que pasar por una evaluación de impacto ambiental.

Éstos son los pasos a dar en una evaluación de este tipo, grosso modo:

1. El promotor del proyecto o plan lo presenta ante la autoridad responsable de la evaluación, en este caso ante el Departamento de Medioambiente de la Diputación Foral de Álava.

2. El responsable de la evaluación pregunta a diversas entidades sobre el contenido del estudio de impacto medioambiental: qué tiene que tener en cuenta, qué estudiar o medir: ‘consultas previas’ en la jerga habitual.

3. Responden las entidades consultadas.

4. Una vez recibidas las respuestas el responsable de la evaluación hace saber al promotor qué tiene que estudiar.

5. El promotor prepara el estudio.

6. El estudio se expone públicamente y los interesados pueden hacer sus alegaciones a favor y en contra.

7. Después de estudiar toda la información, el responsable de la evaluación hace una declaración de impacto ambiental, positiva o negativa.
8. Si la declaración es positiva y el tema no se lleva a los juzgados, el promotor puede llevar a cabo su plan o proyecto.
A más de uno todo esto le parecerá bastante burocrático, sin duda, pero así es el proceso de evaluación: los distintos informes han de hacerse paso a paso, a menudo recogiendo pareceres contrapuestos y contrastándolos. El documento que acaba de presentar el IAN supone, pues, una mínima parte del tercer paso descrito arriba. Cuando se llegue a la fase de exposición pública del PGOU, el IAN tendrá, además, la oportunidad de emitir su opinión sobre la ampliación propuesta.

No acaba allí el asunto: si se acepta la recalificación propuesta por el ayuntamiento, corresponderá entonces a la empresa de la cantera presentar su proyecto concreto de explotación: ese proyecto, a su vez, tendrá que pasar por los ocho puntos del procedimiento descritos arriba.

Texto y fotos: Nick Gardner

Obarenes pasados por agua

Para el organizador de una actividad al aire libre, unas predicciones meteorológicas desfavorables son la más preocupante de las noticias. Aferrándose a un mecanismo de supervivencia, el organizador necesita confiar en que la previsión no se cumpla o en que la borrasca pase más rápidamente de lo anticipado por los satélites. Desgraciadamente, el destino suele estar escrito y si debía llover, el día y a la hora de la salida de campo cortinas de agua caerán desde lo alto y el organizador se entregará, inerme, a su fatal destino.

El ocho de octubre, un grupo de valientes convocados por el IAN pretendíamos efectuar una ascensión al monte Humión (1.435 m), el más elevado de Obarenes. La orientación E-W de esta alineación, junto con otras del norte de Burgos y País Vasco, exacerba su papel ecológico como corredor para la fauna de aves y mamíferos montanos entre los tres grandes centros de distribución y refugio del norte ibérico: la Cordillera Cantábrica, los Pirineos y el Sistema Ibérico. Los matorrales y pastizales de media montaña, mantenidos y favorecidos tradicionalmente por el fuego y el diente del ganado, albergan comunidades zoológicas diferenciadas respecto a los entornos forestales y agrícolas de las laderas y fondos de valle. Alondras, bisbitas, chovas y acentores son algunas especies residentes, nómina que se ve incrementada en época migratoria por bandos de zorzales que sedimentan para alimentarse de bayas y gálbulos, y por el sobrevuelo de rapaces, fringílidos, palomas y ánsares. Para especies emblemáticas y amenazadas, como el quebrantahuesos y la perdiz pardilla, los Obarenes alojaron los últimos núcleos reproductivos antes de su respectivo arrinconamiento –hacia mediados del siglo XX– en las zonas de alta montaña donde sobreviven hoy.

Es probable que las condiciones durante la subida al Humión de la expedición del IAN no fueran comparables a las sufridas por Juanito en el Manaslu, pero también es cierto que la niebla cerrada y la lluvia persistente no son precisamente aliadas de la observación de aves. Con encomiable determinación, los expedicionarios coronaron la cota 1.333 y emprendieron un prudente descenso, con dos satisfacciones íntimas: haberlo intentado, y que los cursillos de iniciación de cantos de aves necesitaron tres intentos hasta conseguir una ascensión al Aratz sin contratiempos meteorológicos. Habrá una próxima vez, y los cielos serán propicios.

Texto: José María Fernández García
Foto: J. J. Frías

BARRANCO DE ISTORA

En un mundo en el que parece todo descubierto y que a cualquier lugar es fácil acceder, es un verdadero placer adentrarse en el cauce de un río, sin agua, dejándose llevar, esta vez no por la corriente sino por una amable persona, Gorka Belamendia.

Cargados con una escalera y unos vadeadores iniciamos el camino augurando que vamos a correr una pequeña aventura. Pero un invierno seco en la zona mas seca de Álava ha dejado sólo dos o tres charcos al sapo partero para que ponga su puesta, o a la lavandera cascadeña para lucir su amarillo en las piedras secas.

Caminamos sin perder de vista el suelo, agachándonos por debajo de ramas de durillos (Viburnum tinus), arrayanes (Myrtus communis) y cornejos (Cornus sanguinea L.). Poco a poco, el cauce va haciéndose mas angosto hasta llegar a una gran poza seca que sorteamos con ayuda de la escalera y de una mano, que siempre hay cerca cuando se va con amigos.

Para entonces, el canto del chochín o la curruca capirotada delatan que saben más del lugar que nosotros: vieron al águila real que ya no está y se han cruzado más de una vez con los aviones roqueros.

Tienen buen escondite en las longevas encinas, cuyos troncos se elevan al cielo como patas de grandes animales o como columnas salomónicas. Desde alguna de ellas, en un meandro del río, los arrendajos y el pito real nos han tirado unas plumas, querían que nos fuéramos cuanto antes por si pudiéramos vulnerar su santuario. También la bella rosalía alpina vigilaba nuestro paso.

Ha sido una ventaja haber caminado sin agua por el río -no habrá pensado lo mismo el sapo que hemos encontrado seco en el camino-, aunque ya nos hubiéramos dado un baño al final. A falta de una buena poza, la fuente y el lavadero de Orbiso nos han refrescado.

He pensado en el río como metáfora de la vida y, aunque el camino sea a veces pedregoso, con ganas, un buen almuerzo y buena compañía, no hay camino que se resista. Gracias a Brian por provocar todo esto.

Texto: Arantxa Marcos
Fotos: Brian Webster