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DISTRIBUCIÓN Y POBLACIÓN DEL PICAMADEROS NEGRO EN ÁLAVA

AVANCE DE RESULTADOS
Junio 2011

Durante la primavera de 2011 se ha llevado a cabo en Álava un estudio destinado a actualizar el conocimiento del área de distribución y estimar el tamaño de la población reproductora de picamaderos negro (Dryocopus martius). Aunque la información publicada sobre la especie en los últimos atlas de aves nidificantes e invernantes (Simal & Herrero, 2003; Gainzarain, 2006; figura 1) sugería ya una expansión del área de distribución “tradicional” de Pirineos y Cordillera Cantábrica, en los últimos años ha tenido lugar un incremento considerable del número de citas en zonas intermedias (Burgos y País Vasco, fundamentalmente). Documentar este proceso de expansión ha sido el objetivo del trabajo.
La metodología utilizada consistió en la realización de itinerarios por parte de observadores cualificados, atravesando zonas forestales (hayedos y pinares de pino silvestre y laricio) con el fin de 1) obtener contactos visuales o auditivos con ejemplares, y 2) registrar indicios o rastros de alimentación atribuibles a la especie. El trabajo de campo se efectuó principalmente durante el mes de marzo y la primera quincena de abril, periodo durante el cual se supuso que la detectabilidad de la especie sería mayor. No se emplearon reclamos.
El área de estudio ha sido Álava junto con los enclaves de Treviño (Burgos) y Orduña (Bizkaia). Con ayuda del Mapa de hábitats EUNIS del País Vasco (Gobierno Vasco, 2005), en cada cuadrícula UTM de 100 km2 se identificaron las manchas existentes de las formaciones arboladas mencionadas anteriormente. Las cuadrículas fueron adjudicadas a los participantes, estandarizando el esfuerzo de campo a realizar en cada una de forma aproximadamente proporcional a la superficie ocupada por las manchas potenciales. Así, se planteó la realización de un mínimo de 5 medias jornadas (4-5 horas de duración) en aquellas cuadrículas con mayor superficie boscosa (29 a 37 km2), 2 en las de menor (2 a 6 km2), y 3-4 en las que presentaban coberturas intermedias. Del total de 50 cuadrículas en el área de estudio, se prospectaron finalmente las 35 seleccionadas previamente por disponer de hábitats potenciales (figura 2).
Gracias al elevado número de participantes en el trabajo de campo se ha logrado una cobertura óptima en prácticamente toda el área de estudio. En casi todas las cuadrículas se pudieron llevar a cabo en marzo y abril el mínimo de muestreos requerido en la metodología propuesta (en varios casos se realizó un número considerablemente mayor). La única excepción ha sido la WN55, cuyos recorridos no pudieron efectuarse hasta primeros de mayo. En varias zonas, por otra parte, se ha extendido el periodo del trabajo de campo al mes de mayo, con el fin de confirmar la presencia del picamaderos en localidades con indicios y/o citas dudosas. Aunque en teoría fuera del periodo más adecuado para la detección de la especie, varios territorios se han confirmado gracias a las visitas efectuadas en estas fechas tardías.
Los datos aportados por los participantes han permitido constatar fehacientemente -mediante la observación o escucha de ejemplares- la presencia del picamaderos negro en 14 de las cuadrículas estudiadas. En todas se han encontrado, además, rastros de alimentación inequívocamente atribuibles a este pícido. En tres cuadrículas más no ha sido posible registrar contactos directos, aunque se han hallado en ellas indicios sospechosos o se dispone de citas en época de reproducción anteriores a 2011 (figura 3).
Así pues, el área de distribución del picamaderos negro en Álava abarcaría en la actualidad el macizo de Gorbea y sus estribaciones; los montes de Arlabán; la vertiente meridional de las sierras de Elguea-Urkilla-Altzania desde Larrea hasta el límite con Navarra; la alineación formada por Entzia-Iturrieta-Montes de Vitoria hasta, aproximadamente, el monte Pagogan; y la sierra de Árcena, aunque en este caso la especie ha aparecido sólo marginalmente en la parte alavesa. Zonas donde existen sospechas de presencia, pero no ha podido ser confirmada por el momento, son los pinares de Valdegobía, el sector más occidental de Montes de Vitoria y la periferia de la depresión de Izki. Aunque existen algunas citas recientes, no se han obtenido indicios de ningún tipo en la comarca Cantábrica Alavesa-Orduña, ni en las sierras de Kodes y Lokiz. Por último, tampoco se han localizado indicios en los hayedos y pinares de la vertiente norte de la Sierra de Cantabria, y en este caso ni siquiera constan citas o avistamientos.
En cuanto a una aproximación al tamaño de población, se ha entendido que la detección de varios ejemplares en una misma jornada, o en jornadas separadas, podía interpretarse como la presencia de individuos territorializados. Analizando las distancias lineales entre diferentes contactos, y en función de los dominios vitales descritos para la especie en la bibliografía, puede estimarse provisionalmente entre 19 y 22 el número de “territorios” en el área de estudio. Los ejemplares asentados o territoriales no necesariamente son nidificantes, pero cuantificar esa fracción de la población ha estado fuera del alcance de este trabajo. Por otro lado, la falta de conocimientos sobre la autoecología de la especie en la Península Ibérica en general y en el área de estudio en particular impide saber si existe una población flotante o dispersante, que pudiera generar una sobrevaloración del número de territorios.
En conclusión, con este estudio se ha podido documentar la rápida colonización y asentamiento de una especie ausente del área de estudio hasta finales de los años 90. Las vías de expansión claramente se han focalizado a través de las sierras con mayor extensión de hayedos, aunque algunas formaciones de coníferas de montaña (pino albar y laricio), en buena parte plantaciones, también han sido ocupadas, al menos como zonas de alimentación. Las variaciones en la estructura y calidad de los rodales forestales, así como su proximidad geográfica y conectividad con las áreas previamente ocupadas por el picamaderos negro (áreas fuente) podrían explicar las diferencias en la abundancia de la especie, o su ausencia en determinadas comarcas.

Participantes voluntarios

G. Abascal, I. Agirre, D. Alday, R. Apaolaza, R. Arambarri, C. Arkotxa, G. Belamendia, E. Bernedo, J. Buesa, M. Corral, J. Echegaray, B. Fernández, J. M. Fernández (coordinador), J. A. Gainzarain (coordinador), J. Garayo, J. I. García, A. Gracianteparaluceta, M. Iglesias, S. de Juan, L. Lobo, J. Markinez,  I. Martínez, J. L. Pina, P. Ruiz de Arkaute, N. Ruiz de Azua, M. Salvador, F. J. Sesma, F. Silván, A. Unanue y B. Valcárcel. 

Sección de Parques Naturales de la Diputación Foral de Álava

L. Abin, I. Ayala, E. Cabanillas, A. Cantero, M. Carrasco, L. Dueñas, J. Enjuto, J. M. Gómez, A. Ibáñez de Maeztu, L. Lacha, A. Montoya, R. Preciado, A. Puente, J. Rubines, M. Sáenz de Buruaga, A. Tirados, J. Villasante, A. Zufiaur y Consultora de Recursos Naturales SL. 


Referencias
  • Gainzarain, J. A. 2006. Atlas de las aves invernantes en Álava (2002-2005). Diputación Foral de Álava.
  • Gobierno Vasco. 2005. Mapa de hábitats del País Vasco. Sistema de clasificación EUNIS. www.geoeuskadi.net.
  • Simal, R. & Herrero, Á. 2003. Picamaderos negro. En Martí, R. & Del Moral, J. C. (eds.): Atlas de las aves reproductoras de España, pp. 354-355. Ministerio de Medio Ambiente. Madrid.

Figura 1. Cuadrículas UTM de 100 km2 con presencia detectada de picamaderos negro según el atlas de aves reproductoras de 1998-2001 (izquierda) y el atlas de aves invernantes de 2002-2005 (derecha).

Figura 2. Cuadrículas UTM de 100 km2 muestreadas en el área de estudio durante el presente trabajo.




Figura 3. Cuadrículas UTM de 100 km2 en el área de estudio con presencia confirmada (círculos rellenos) o posible (círculos vacíos) de picamaderos negro durante la primavera de 2011.



IV Salida del Herbario Digital de 2011.


El domingo 25 de septiembre un grupo de 13 personas participamos en la última salida del Herbario Digital Xavier de Arizaga de esta temporada. Nuestro objetivo era realizar un recorrido botánico para ver plantas acuáticas y ruderales en el entorno de Miranda de Ebro.

La primera parada la realizamos en La Puebla de Arganzón que nos recibió con niebla. Después de tomar un café y en vista de que la niebla era persistente nos dirigimos a la ribera del Zadorra. La zona que recorrimos se encontraba cercana al puente y a la presa que dirigía el agua al molino. Las primeras especies se determinaron en la orilla del río, Epilobium hirsutum, Galinsoga parviflora, y después continuamos sobre la plataforma de la presa: Ranunculus sceleratus, Veronica anagallis-aquatica

Dejamos La Puebla, aún con frío y niebla, y nos dirigimos a la laguna de Lacorzana, cerca de Miranda de Ebro. Después de un corto paseo decidimos cambiar de ubicación ya que el lugar no ofrecía mucho interés botánico. Sobre la marcha, elegimos un nuevo destino, Montañana. Aquí el Ebro, con gran caudal, forma varios meandros y lagunas, y las excavaciones de una gravera han dejado huecos y zonas removidas. Cuando aparcamos los coches la niebla había desaparecido por completo y hacía un sol espléndido.

Empezamos la búsqueda por la zona excavada y allí encontramos la Centaurea melitensis, el estramonio Datura stramonium, que dio lugar a comentarios sobre sus propiedades alucinógenas. Quienes habían venido bien preparados para la ocasión, es decir con botas de agua, pudieron adentrarse en una de las charcas donde identificaron el Cyperus eragrostis, mientras el resto nos dedicábamos a la tertulia y al reportaje fotográfico, sin mojarnos los pies.

Seguimos recorriendo las distintas charcas, vimos de paso una garceta grande (Egretta alba) y la siguiente parada fue en un terreno donde se habían cultivado zanahorias y que ahora estaba ocupada, entre otras especies, por dos Solanum: Solanum villosum Miller subsp. miniatum y Solanum nigrum.

El sol calentaba y mientras algunos esforzados botánicos trabajaban bajo el astro rey, otros buscaban algo que se pudiese estudiar a la sombra. Hacía mucho que habíamos desayunado y llegó la hora de buscar un sitio para comer que encontramos en una chopera al borde del río.

Con las fuerzas renovadas y desafiando el calor nos acercamos a una de las lagunas que forma el río, por el camino añadimos al catalogo de la jornada la Reseda undata L. subsp. undata y en la laguna nos esperaba la estrella de la jornada, una planta carnívora con flores amarillas que cubría la superficie del agua, la Utricularia australis R. Br., que presentó dificultades para ser fotografiada ya que había que adentrarse en el agua y el fondo estaba cubierto de fango poco amistoso. Finalmente se rindió a la cámara de Pello y ya forma parte del herbario.

La última escala fue en otro meandro del Ebro, cerca de Guinicio. La temperatura era agradable después del calor del mediodía y el río ofrecía una bonita imagen. Pero no todos se dedicaban al disfrute del paisaje; José Ramón seguía fotografiando plantas dentro del río (creo que algún Polygonum).

La jornada y las salidas de temporada 2010-11 del herbario terminaron en un terracita de Espejo con unas cervezas y un rato de charla antes del regreso a Vitoria.

Texto y fotos: Teresa Ruipérez

BARRANCO DE ISTORA

En un mundo en el que parece todo descubierto y que a cualquier lugar es fácil acceder, es un verdadero placer adentrarse en el cauce de un río, sin agua, dejándose llevar, esta vez no por la corriente sino por una amable persona, Gorka Belamendia.

Cargados con una escalera y unos vadeadores iniciamos el camino augurando que vamos a correr una pequeña aventura. Pero un invierno seco en la zona mas seca de Álava ha dejado sólo dos o tres charcos al sapo partero para que ponga su puesta, o a la lavandera cascadeña para lucir su amarillo en las piedras secas.

Caminamos sin perder de vista el suelo, agachándonos por debajo de ramas de durillos (Viburnum tinus), arrayanes (Myrtus communis) y cornejos (Cornus sanguinea L.). Poco a poco, el cauce va haciéndose mas angosto hasta llegar a una gran poza seca que sorteamos con ayuda de la escalera y de una mano, que siempre hay cerca cuando se va con amigos.

Para entonces, el canto del chochín o la curruca capirotada delatan que saben más del lugar que nosotros: vieron al águila real que ya no está y se han cruzado más de una vez con los aviones roqueros.

Tienen buen escondite en las longevas encinas, cuyos troncos se elevan al cielo como patas de grandes animales o como columnas salomónicas. Desde alguna de ellas, en un meandro del río, los arrendajos y el pito real nos han tirado unas plumas, querían que nos fuéramos cuanto antes por si pudiéramos vulnerar su santuario. También la bella rosalía alpina vigilaba nuestro paso.

Ha sido una ventaja haber caminado sin agua por el río -no habrá pensado lo mismo el sapo que hemos encontrado seco en el camino-, aunque ya nos hubiéramos dado un baño al final. A falta de una buena poza, la fuente y el lavadero de Orbiso nos han refrescado.

He pensado en el río como metáfora de la vida y, aunque el camino sea a veces pedregoso, con ganas, un buen almuerzo y buena compañía, no hay camino que se resista. Gracias a Brian por provocar todo esto.

Texto: Arantxa Marcos
Fotos: Brian Webster