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La arboleda de Pedro

La arboleda de Pedro
No todos los días se planta un bosque, pero el sábado 25 de enero fue un día especial y en menos de dos horas plantamos uno en Olárizu, en un sitio privilegiado cerca de la casa de la Dehesa.  Allí nos reunimos los compañeros del IAN, muchos amigos y colegas de Pedro Uribe-Echebarría,  su familia, y todo el que quiso acercarse y colaborar. La arboleda de Pedro está ya en pie y lo pasamos especialmente bien  plantándola.
Agustí Agut i Escrig, responsable del Banco de germoplasma del Jardín Botánico de Olárizu, y sus jardineros, nos habían ya preparado los agujeros y los ejemplares de árboles y arbustos, los mismos  que en otro tiempo cubrieron este rincón de la llanada alavesa. Nos dejaron las azadas y unas bandejas para achicar agua, ya que el día anterior había llovido a cántaros y hubo que sacar el agua de los hoyos antes de introducir los cepellones, que provenían del vivero de Eskalmendi.  Iban llegando familias con niños, personas de todas la edades,  y el buen ambiente se hizo notar enseguida.
También nos acompañó una impresionante perra de lanas blancas, enorme, que salía en todas las fotos, y que yo imaginé que pertenecía a la familia de Pedro por las carantoñas que le hacían y como les acompañaba a menudo. Pero no. La sorpresa vino al final de la plantación, cuando la perra ya no estaba con nosotros y apareció su dueño que la estaba buscando.  La perra no se perdió  detalle del proceso, y cuando el bosque  quedó  terminado, se esfumó como un duende. Espero que su dueño haya dado con ella.  Tal vez era ella el hada del nuevo bosque pero en versión alavesa, con cara de perra lista.
Plantamos Robles, arces, sauces, espinos,  y otros arbustos, todos resistentes al clima de la zona.  A un lado de la plantación hay un nuevo camino que es parte del jardín botánico y que está en proceso de ser prolongado. Allí mismo existe ya un porta-placas preparado para cuando la placa en recuerdo de Pedro esté lista, que seguramente será muy pronto.
Presidiéndolo todo, sentada en un sillín como de botánico, con el paraguas abierto y sus botas de goma, estaba alguien muy especial, una señora  a través de cuyos ojos nos miraba un gran botánico, un compañero del IAN y de fatigas, un gran maestro de hábitats, bosques y ecosistemas,  un científico riguroso,  artífice del herbario VIT, y ahora con su propio bosque. Esa señora que nos alentaba con la mirada era la madre de Pedro, otro roble en su arboleda, sin duda.

Gracias al Ayuntamiento de Vitoria,  al CEA,  a los jardineros del Botánico y especialmente a Agustí,  por este bosque repentino y  con nombre propio, por algo que para los del IAN siempre será nuestro bosque, y  dotado con una carga emocional y una savia capaz de sobrevivirnos y también de nutrirnos mientras tanto, como sólo la arboleda de Pedro en Olárizu puede ya hacerlo.
Una gran alegría que flotaba en el aire ha presidido toda la semana tras la plantación, una energía como de bosque y de esplendor.  No podíamos haber empezado enero de 2014 mejor. Gracias Agustí, por hacer que todo fuera tan fácil y natural, tan bonito y tan  adecuado. Como dijo Pello en un momento  dado tras el esfuerzo físico y colectivo, aún llenos de barro y de euforia, ya sólo queda venir pronto a merendar a su sombra. Todo llegará y a su tiempo. Seguro.





Texto de Carolina Larrosa. Fotos de Carolina Larrosa y Juan Carlos Palacios.