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Minimaratón Ornitológico a Pie

Un año más llevamos a cabo esta actividad, que consiste en la detección, por la vista o el oído, del mayor número posible de especies de aves. Debido a las restricciones derivadas de la COVID, el grupo hubo de ser limitado a seis personas que, tras haber dejado un coche en el aparcamiento de Salburua en Arkaute, iniciamos nuestra marcha sobre las ocho de la mañana en la fuente de Orgazi, al sureste de la localidad de Aberasturi.

Comenzamos a anotar las primeras especies propias del mosaico de cultivos, bosquetes y setos de esta zona de la Llanada Alavesa cuando una gran ave negra sobrevuela nuestras cabezas para ir a posarse en un rodal de pinos cercano. ¡Un picamaderos negro! Una temprana adición a nuestra lista que nos da una inesperada alegría en esta primera parte del itinerario. Con dieciséis especies llegamos a las balsas de Aberasturi, en las que se suman las primeras especies acuáticas: somormujo lavanco, zampullín común y ánade azulón, y la primera rapaz: busardo ratonero.

De las balsas remontamos el barranco de Ortauri por las laderas de los Montes de Vitoria y, rodeando la cima del Mendigurena, bajamos entre hayas y robles a Ullibarri de los Olleros. Esta ruta por los bosques de la zona nos permite ir detectando la mayor parte de las aves forestales que buscamos, incluyendo las cinco especies de páridos. También dos picamaderos negros tamborileando a la vez, que, aunque al haber visto ya la especie no suman en el listado, resuenan de manera espectacular en estos magníficos bosques. Llegamos a Ullibarri con 34 especies y en el pueblo sumamos las aves propias de núcleos habitados, como el avión común, los gorriones común y chillón, la lavandera blanca o el colirrojo tizón.

De Ullibarri tomamos el camino que entre campos de cultivo se dirige a Monasterioguren y, tras anotar la especie número 50 (un acentor común cantando en un ribazo cubierto de matorral), tenemos la oportunidad de disfrutar largo rato del lance de caza de un águila calzada y su posterior enfrentamiento en vuelo con un macho de aguilucho pálido. Tras este momento estrella del día, giramos hacia el sur para recorrer los jóvenes quejigales de los cerros que separan las cuencas de los ríos Errekaleor y Santo Tomás. Aquí añadimos escribano cerillo, mosquitero papialbo y zorzal charlo, y bajamos a la balsa de Otazu, donde un solitario macho de ánade friso hace la especie 55.

Cerca ya el final de la ruta, atravesamos el pueblo de Arkaia para, cruzando por debajo de las vías del tren junto al río Santo Tomás, encaminarnos a Arkaute y a las balsas de Salburua. Llegamos a los humedales con 62 especies y en los setos de la entrada un bando de mitos aumenta la lista. Ya en el observatorio de Los Fresnos la riqueza en aves acuáticas de Salburua hace subir rápidamente la cuenta: cuatro nuevas especies de anátidas, tres de limícolas, garzas reales e imperiales, garcetas comunes, espátulas, carriceros, etc. etc.

Un aguilucho lagunero de camino a Las Zumas es la última especie nueva, y aquí se detiene la lista porque el observatorio no añade ninguna nueva. Así que a media tarde finaliza la actividad y los conductores nos dirigimos a recuperar los coches que habíamos dejado en Aberasturi. El número total de especies observadas es nada menos que 81, el mayor registrado en los cuatro años que llevamos organizando esta actividad. El buen tiempo, los paisajes recorridos, la variedad de aves observadas y la estupenda compañía hacen que estemos ya pensando en repetir el año próximo. Seguiremos así descubriendo la gran variedad de aves que acogen los hábitats de nuestro entorno más cercano, y aprendiendo cómo identificarlas cada vez con mayor seguridad.

Lista de especies observadas

1 Cuco común
2 Mirlo común
3 Arrendajo euroasiático
4 Verderón común
5 Curruca capirotada
6 Pinzón vulgar
7 Chochín paleártico
8 Escribano soteño
9 Picamaderos negro
10 Mosquitero ibérico
11 Pico picapinos
12 Petirrojo europeo
13 Agateador europeo
14 Vencejo común
15 Reyezuelo listado
16 Curruca mosquitera
17 Somormujo lavanco
18 Zampullín común
19 Busardo ratonero
20 Ánade azulón
21 Cuervo grande
22 Jilguero europeo
23 Pito real ibérico
24 Paloma torcaz
25 Zarcero políglota
26 Carbonero garrapinos
27 Trepador azul
28 Carbonero común
29 Zorzal común
30 Buitre leonado
31 Herrerillo capuchino
32 Carbonero palustre
33 Herrerillo común
34 Milano negro
35 Avión común
36 Cernícalo vulgar
37 Corneja negra
38 Tarabilla común
39 Gorrión chillón
40 Gorrión común
41 Lavandera blanca
42 Colirrojo tizón
43 Urraca común
44 Serín verdecillo
45 Pardillo común
46 Aguilucho pálido
47 Golondrina común
48 Lavandera boyera
49 Escribano triguero
50 Acentor común
51 Águila calzada
52 Escribano cerillo
53 Mosquitero papialbo
54 Zorzal charlo
55 Ánade friso
56 Ruiseñor común
57 Milano real
58 Estornino negro
59 Paloma doméstica
60 Garceta común
61 Cigüeña blanca
62 Cetia ruiseñor
63 Mito común
64 Carricero tordal
65 Carricero común
66 Ánsar común
67 Porrón europeo
68 Focha común
69 Gallineta común
70 Cuchara común
71 Porrón moñudo
72 Espátula común
73 Cigüeñuela común
74 Chorlitejo chico
75 Garza real
76 Garceta grande
77 Gaviota patiamarilla
78 Archibebe común
79 Cistícola buitrón
80 Garza imperial
81 Aguilucho lagunero

Fotos: Luís Alija

Ánsar común (66)
Tarabilla común (38)
Serín verdecillo (44)
Mosquitero ibérico (10)
Milano negro (34)
Gorrión chillón (39)
Colirrojo tizón (42)
Carricero tordal (64)
Aguilucho pálido (46) y águila calzada (51)

IZKI NATURALEZA Y CULTURA I

El pasado 14 de marzo de 2021 tuvimos la oportunidad de llevar a cabo una salida a la naturaleza que nos quedó pendiente a la gente del IAN a raíz de la declaración del estado de alarma hacía exactamente un año. En esta ocasión pudimos hacerla, aunque el dichoso virus nos obligó a limitar el cupo de participantes a sólo 6 personas.
La mañana era fría y gris, quizá preludio de la posible llegada de la “nevada del pecu”, como denominan aquí a la típica nevada primaveral que ofrece la curiosa estampa del monte nevado con el sonido de fondo del cuco. Arrancamos de Urturi a las 9.30 Rocío, Maite, Iñaki, Javi, Bea y Andoni, por el viejo camino de Marizurieta que se dirige a Markinez atravesando el marojal. En esta ocasión se trataba de saborear el gran bosque en toda su esencia y, al mismo tiempo, tratar de aprender algo sobre los usos humanos antiguos en esta comarca de Izki: comunidades, aprovechamientos, bienes colectivos y vecinales…naturaleza y cultura.

De camino hacia Lurduri, en Urturi. Todo menos calor… (foto: Iñaki Arrate)

El primer tramo, de espacios abiertos, nos sirvió para comprender la peculiar orografía del marojal de Izki: se trata de una cubeta rodeada de montañas más altas. Los suelos extraordinariamente arenosos de dicha cubeta posibilitan el reinado del roble almez o roble basto, el Quercus pyrenaica, árbol prácticamente omnipresente en este medio. Tras dejar atrás la caseta de “los amigos del jabalí” nos introdujimos en el arbolado, aún desnudo, en la ladera de Lurduri.

Un breve ascenso nos llevó al curioso paraje de Portaleta, actualmente denominado Peña del portal. Antaño este arco rocoso fue el lugar elegido por los representantes de la comunidad de Ezkerran para celebrar sus reuniones al abrigo, reuniones en las cuales se decidía la normativa para la gestión de sus montes, las prohibiciones y sanciones, etc. Posteriormente cambiaron de ubicación, trasladándose a un lugar cercano que también visitamos.

Peña de Portaleta o del Portal, Urturi. (foto: Iñaki Arrate)

En efecto, poco después llegamos a una peña muy parecida, en este caso se trataba de la peña de Martinarri, ya en territorio treviñés, que cogió el relevo a la anterior como punto de encuentro para las reuniones mencionadas. Los alcaldes montaneros de Bajauri, Obekuri, Urturi, Quintana, Markinez, Urarte y el desaparecido Rituerto acudieron aquí durante siglos pero, mucho tiempo atrás, retrocediendo miles de años, Martinarri también fue un lugar importante para algunas comunidades humanas que utilizaron el abrigo de la peña y su zona exterior como lugar de despiece para las abundantes presas que cazaban en la zona. Resultaba realmente curioso saber que estábamos pisando exactamente el mismo paraje, pero con botas de monte y ropa de última generación.

Peña de Martinarri, Obekuri. (foto: Iñaki Arrate)

Abandonamos Martinarri entre cantos de piconcetes (trepadores azules) y asombrándonos con la presencia de una solitaria encina que no sabemos qué “pinta” allí entre marojos. Tras el roturo de Las Limpias bajamos poco a poco hacia la balsa de Obekuri. En el agua pocas aves, aunque pudimos disfrutar de un somormujo y un aguilucho lagunero. No estaba el día para largas paradas así que tras un breve hamaiketako emprendimos el regreso circular hacia Urturi por el tranquilo bosque de Arrugaza. La presencia de acebos en el marojal fue llamando cada vez más atención, tanto por el porte de algunos de ellos como, sobre todo, por la enorme cantidad que existe en esta zona fronteriza entre Urturi y Obekuri. Se trata de un acebal impenetrable, refugio de zorzales alirrojos y reales durante el crudo invierno.

En esta fecha ya no quedaban ni los unos ni los otros, aunque el gran bosque ofrecía un concierto intermitente de voces a pleno pulmón: la avica (chochín), el chuín (pinzón), el papirrojo (petirrojo), algún probable picapinto (pico mediano)…

Tras un auténtico baño de bosque salimos a terreno abierto, donde a alguna de nosotros le pareció avistar una rapaz blanquecina planeando sobre las fincas, tal vez un resmar (aguilucho pálido). Desde ahí hasta el cercano Urturi fue un corto camino, además siempre cuesta abajo. Al fondo, al sur, sobre la vega de Navarrete se alzaba imponente la Sierra de Toloño…¿acaso es de Cantabria? Terreno pantanoso en el que un servidor no se quiere mojar.

Ya era el mediodía cuando llegamos a nuestros vehículos con la satisfacción de una agradable jornada y las ganas de vernos de nuevo en otras similares. Seguro que así será porque las buenas costumbres no hay que perderlas.  ¡Hasta pronto!.