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Minimaratón Ornitológico

El domingo 7 de mayo nos reunimos un total de diez socios del IAN para llevar a cabo una salida de observación de aves en la ciudad de Vitoria y su entorno. Bautizamos a esta actividad con el nombre de maratón ornitológico porque la idea era ser capaces de detectar el mayor número de especies de aves en un tiempo determinado, pero en realidad carecía de cualquier espíritu competitivo. Se trataba simplemente de una excusa para disfrutar de una mañana observando aves, comprobar la gran diversidad de especies que viven en nuestro entorno más cercano, y aprender algunas pautas para diferenciarlas por su aspecto y por su voz.
Comenzamos la caminata a las 7:30 de la mañana en el parque de Arriaga, con una mañana espléndida, luminosa y sin pizca de viento. Un jilguero fue la primera especie que apuntamos, pero al salir del parque ya llevábamos dieciocho en la lista. Nos acercamos al Zadorra en Abetxuko y en las riberas de este río el número de especies iba aumentando sin pausa. Siguiendo río arriba por Gamarra llegamos hasta Eskalmendi, donde abandonamos las riberas del Zadorra por las del Alegría, con destino a los humedales de Salburua. A media mañana almorzamos en una sombra junto al río, sin perder la ocasión de sumar dos nuevas especies: la paloma torcaz y la curruca mosquitera, que a estas alturas elevaban la cuenta a 46.
      En la terraza del bar de Ataria nos tomamos un descanso, mientras cogíamos el telescopio que previamente habíamos dejado en un coche en el aparcamiento, para acercarnos a los observatorios de las balsas de Salburua. Dimos la vuelta a la balsa de Betoño, que sumó unas cuantas especies de aves acuáticas y montamos el telescopio en el observatorio elevado de Las Zumas, en la balsa de Arkaute, donde el zampullín común, la garceta grande y el ánsar común pusieron la cifra total en 63 especies. Por desgracia, el observatorio de Los Fresnos estaba cerrado por obras de mantenimiento, así que no pudimos terminar allí la jornada como estaba previsto y, a las dos de la tarde, pusimos punto final a la actividad.
      A pesar de este pequeño contratiempo final, la mañana fue muy productiva y nos dejó a todos muy buen sabor de boca. Con 63 especies en seis horas y media, ya tenemos una marca que batir en el futuro. Y es que a todos nos quedaron las ganas de repetir la experiencia, en Salburua o en algún otro lugar de la provincia.

Ahí va la lista total de especies observadas:

1. Acentor común

2. Agateador común

3. Aguililla calzada

4. Ánade azulón

5. Ánade friso

6. Andarríos chico

7. Ansar común

8. Arrendajo común

9. Avión común

10. Avión zapador

11. Buitre leonado

12. Carbonero común

13. Carricero común

14. Carricero tordal

15. Cernícalo vulgar

16. Cetia ruiseñor

17. Chochín

18. Cigüeña blanca

19. Cistícola buitrón

20. Cogujada común

21. Colirrojo tizón

22. Corneja

23. Curruca capirotada

24. Curruca mosquitera

25. Escribano soteño

26. Estornino negro

27. Focha común

28. Gallineta común

29. Garceta común

30. Garceta grande

31. Garcilla bueyera

32. Garza real

33. Gaviota patiamarilla

34. Golondrina común

35. Gorrión común

36. Herrerillo común

37. Jilguero

38. Lavandera blanca

39. Lavandera boyera

40. Lavandera cascadeña

41. Milano negro

42. Mirlo común

44. Mosquitero ibérico

45. Paloma doméstica

46. Paloma torcaz

47. Petirrojo

48. Pico picapinos

49. Pinzón vulgar

50. Pito real

51. Porrón europeo

52. Porrón moñudo

53. Reyezuelo listado

54. Ruiseñor común

55. Somormujo lavanco

56. Tórtola turca

57. Urraca

58. Vencejo común

59. Verdecillo

60. Verderón común

61. Zampullín común

62. Zarcero políglota

63. Zorzal común

 

Texto: Josean Gainzarain

Curso de Anillamiento de Aves

El pasado domingo 26 de marzo estuvimos en el Parque de Garaio aprendiendo como se anillan las aves. El viernes anterior Jordi nos dio una charla sobre el tema, muy interesante y emocionante… deseando que llegara el domingo y que hiciera buen tiempo para que no se suspendiera la salida. El sábado 25, antes de ir a dormir, Jordi nos confirmó que ¡adelante!, iba a hacer más o menos buen tiempo y a anillar. Bueno, nosotr@s a aprender. Se iba a cumplir un sueño de adolescente.

Jordi y sus compañer@s de anillamiento nos enseñaron mucho y para mí lo más importante, nos contagiaron su emoción y entusiasmo y el porqué de anillar aves. Intentamos aprender cómo calcular la edad por sus plumas, cómo ver su grasa, cómo medir sus plumas y su metatarso… lo hacían todo tan natural. Difícil recordar todo.

Nos dejaron soltar los pajaritos: Petirrojos europeos, Mosquiteros ibéricos y comunes, Currucas capirotadas (chicas y chicos), Herrerillos comunes y nos dieron una sorpresa… un Mito, que estaba un poco asustado y un poco estresado.

Muchas gracias Jordi, y a tus compañer@s de anillamiento, Azaitz, Nerea, Ibai  y José Ignacio. Esperamos volver a repetir.

Jordi nos mandó un email con los resultados de la jornada de anillamiento:

  • 46 capturas: 38 anillamientos y 8 recuperaciones propias.
  • 7 especies
  • 2 Mosquiteros Ibéricos
  • 9 Mosquiteros Comunes
  • 3 Carboneros Comunes
  • 7 Currucas Capirotadas
  • 11 Petirrojos Europeos
  • 3 Herrerillos Comunes
  • 1 Mito

 

      

Texto y fotos: Loli Cordero

Unas piernas de escándalo en las marismas

Me refiero a las patas rojas o naranja fuerte, según la luz, del Archibebe común. Así las calificó Brian en la primera salida de este año del IAN, que fue el pasado fin de semana a las Marismas de Santoña, Victoria y Joyel, en Cantabria, una excursión ornitológica que se prolongó durante dos noches y tres días magníficos en mitad de enero.

Los seis participantes nos alojamos en Argoños, cerca de Santoña,y ya desde el viernes, recién llegados al anochecer, nos dimos cuenta de que hacía mucho más calor y había menos lluvia que en Vitoria.

El pronóstico de un fin de semana húmedo y nuboso nos venía muy bien ya que en esas circunstancias las aves invernantes se acercan a la costa y el espectáculo es constante y variopinto.

A primera hora de la mañana del sábado en el puerto pesquero ya había mucho revuelo y allí estaban flirteando los cormoranes grandes y los moñudos en el agua mientras nos sobrevolaba la gaviota reidora, y el esbelto charrán pescaba delante de nosotros. Enseguida tuvimos la primera discusión sobre una gran gaviota sombría posada en un poste que algunos creíamos, por su gran tamaño, que podría ser un Gavión, mucho más raro. Brian nos sacó de dudas y ya no nos quedó ninguna cuando nos enseñó un Gavión de verdad, desde el molino de Santa Olaja, al día siguiente. Era enorme. Tuvimos mucha suerte de ver uno.

Nos quedamos un buen rato porque también había agujas y buceaban el zampullín cuellirojo y el colimbo grande.

Luego, con una luz y un tiempo estupendos, nos dirigimos al observatorio de Arenillas, que era como nuestra casa sobre la marisma para observar aves y más tarde refugiarnos y comer. Es un lugar que nunca nos defrauda. Era también el mejor momento, antes de la bajamar, cuando las aves acuden a los limos a comer y fue espectacular.Allí estaban los zarapitos y la espátula. Había zarapitos reales y trinadores pero las estrellas de la mañana, fueron las serretas medianas, muy despeinadas ellas, que algunos no habíamos visto nunca. Son patos…y patas, por supuesto.Contábamos con Alfonso y Brian para aprender y distinguir unas especies de otras. Fue entonces cuando avistamos archibebes claros y comunes y para distinguirlos nos tuvimos que fijar en las patas rojas del archibebe común, iluminadas por el sol, realmente de escándalo. Sobre todo cuando se comparaban con las del otro archibebe, llamado el claro, que son verdes y cuesta mucho más asombrarse.

Luego, los chorlitos y otras limícolas nos tuvieron absortos hasta que se produjo la bajamar, las aves disminuyeron, y nos fuimos a Escalante, que es otra parada habitual en esas marismas.

Nada mas llegar nos saludó el colirrojo tizón, con su cola naranja, en el acantilado donde pusimos el telescopio. Las espectaculares Garcetas comunes no podían faltar, claro.

Por la tarde visitamos la marisma de Bengoa entre chubasco y chubasco. Había también patos cuchara y correlimos ; además, volaba por allí el Martín pescador, como una bala.

Para terminar el día y ver la puesta de sol nos acercamos a la playa de Berria y dimos un paseo estupendo, con olas espectaculares y una luz irresistible. El rugido del mar y la soledad también lo eran.

Después, enfundamos los prismáticos y nos fuimos a Santoña a cenar a nuestro sitio habitual donde nos encontramos de maravilla.

El domingo lo dedicamos a Noja y sus marismas de Victoria y Joyel. Primero, la de Victoria en el llamado Molino de las aves donde hay un observatorio cerrado. Por allí también andaban el mirlo y el ratonero y en el agua flotaba el ánade friso y pescaba la garza real. El observatorio no lo abrían hasta más tarde así que partimos a otro observatorio en forma de torre de madera situado entre la playa de Trengandín y la marisma de Joyel, con unas magníficas vistas. Por allí merodeaban,además de nosotros, el aguilucho lagunero, el ratonero y el cernícalo. Al descender de la torre nos saludó el carbonero con su canto y su presencia y se metió en una papelera.¡Ni que fuésemos tan feos! Los hay exagerados, en verdad.

Nos acercamos a Noja a tomar un café y partimos a seguir explorando la marisma de Joyel en el pueblo de Soano donde nadaban los porrones. Dimos un paseo en el que no faltaron los petirrojos hasta el Molino de Santa Olaja, que es un molino de mareas y que fue en su día el mayor molino harinero de esa comarca de Trasmiera. Desde allí el espectáculo acuático resultaba magnífico mientras llovía y paraba de llover. La luz de esas marismas nunca defrauda.Se nos acercaron a saludar dos cisnes comunes que aparecieron de pronto nadando. A lo lejos, el Gavión, inmenso y raro. Estuvimos mucho tiempo avistando todo tipo de aves y reconociendo a estos fascinantes visitantes invernales de las marismas. Casi todos hicieron acto de presencia.

Antes de regresar al observatorio de Arenillas en Santoña para comer tuvimos ocasión de acercarnos dando un corto paseo bajo la lluvia al edificio del Ecoparque de Trasmiera, muy cerca, donde sobre una roca se agrupaban cientos de Garcillas bueyeras, otro espectáculo inesperado.

Ya en Arenillas pudimos ver a las limícolas pescar cangrejos mientras comíamos. Estábamos a lo mismo aunque su comida resultaba mucho más fresca, vivita y coleando. Tuvimos ocasión de sentimos afortunados de poder contemplar así el espectáculo de las mareas y las aves en esa caseta con corrientes y vistas panorámicas a su vida, enfrente de la cual nos hicimos una foto de grupo intentando posar con la gracia de las garzas. Veremos como hemos salido y qué piensan las garzas al respecto. Al carbonero, ni consultarle, claro.

Textos: Carolina Larrosa
Fotos: Loli Cordero, Belén Gutierrez y Brian Webster