CURSILLO DE IDENTIFICACIÓN DE CANTOS DE AVES

El domingo 24 de mayo la cita era a las ocho de la mañana en el lugar acostumbrado, el aparcamiento de la UNED. El plan, ir a Araia y subir a los 1446 m de la cima del Aratz, en la sierra de Altzania. El año pasado, con un objetivo similar, el mal tiempo nos impidió acercarnos a este monte, y pasamos el día del cursillo de cantos de aves resguardados en uno de los observatorios de Salburua. Este año, a pesar de las previsiones de lluvia, lo volvimos a intentar.

Y casi lo conseguimos, porque hasta el collado donde se sitúa la txabola de Azkosaroi (más conocida como la cabaña del Tuerto), a 1180 m, el tiempo fue muy bueno. Pero al llegar a este lugar la niebla y el fuerte viento nos hicieron desistir de intentar la cima. Así que, después de almorzar, bajamos a Araia antes de lo previsto, y tuvimos así tiempo de visitar el magnífico enclave de la cueva de La Leze.

Para no perder la costumbre, finalizamos la jornada con una agradable tertulia en un bar de Araia, a través de cuyas ventanas pudimos ver con alivio el torrencial aguacero que, por un año, esperó a que estuviéramos a cubierto para desatarse.

¿Y de pájaros qué? Pues bastante bien, al decir de los asistentes. Fallaron algunas especies muy llamativas como el trepador azul, así como las aves de preferencias más montanas como el bisbita alpino o la chova piquigualda, que nos esperaban cerca de la cima. Sin embargo, los participantes noveles pudieron escuchar a casi todas las especies más comunes, y memorizar los cantos de alguna de ellas. Los más veteranos pudieron confirmar sus habilidades en esto de la identificación de aves por sus cantos (para satisfacción suya y del profesor), y avanzar con reclamos poco conocidos y con especies más difíciles como el zorzal charlo.

También nos fijamos, por cierto, en el resto de seres vivos del recorrido, y así, en el camino de vuelta todos disfrutamos con un espectacular escarabajo cerambícido, probablemente un Morimus asper.

La subida al Aratz desde Araia, además de atravesar un entorno de gran belleza, permite observar y oír a las aves propias de los viejos quejigales del inicio de la ascensión, de los sombríos hayedos de la parte media, y de los pastos y roquedos montanos de las inmediaciones de la cumbre. Un itinerario que los participantes en esta actividad merecen conocer en condiciones, ¿será por fin en el 2010?

Texto: Josean Gainzarain
Fotos: Carolina Larrosa

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