Luego nos fuimos al pólstar de Escalante, otro lugar imprescindible, donde divisamos Gaviones, cormoranes grandes, avefrías, cigüeñas, correlimos, ansares comunes, chorlitejos y ostreros. El aguilucho lagunero también nos acompañó en la observación. Pasamos un buen rato en un roquedo para observar con los telescopios al halcón peregrino, que reside allí. No éramos los únicos y se formó un buen ambiente.
Además Brian nos reservaba otra sorpresa social, ya que esperábamos a Eva, un amiga de Antonio González, residente en Cantabria, de cerca de Liendres, en la ría del Pas, que iba a pasar a saludarnos y estar con nosotros algún rato durante el fin de semana. Era como una burbuja de champán y se conocía bien la zona y las aves. Con ella fuimos a nuestra siguiente parada en Montehano en las traseras del convento, un lugar siempre espectacular donde nos entretuvimos observando zampullines comunes y tuvimos la ocasión de ver una espátula y una garceta común, muy juntas, y apreciar que siendo ambas aves grandes y blancas, el blanco nuclear de la garceta contrastaba con el blanco sucio de la espátula, amarronado.
Aún pudimos hacer una escapada a la marismas de Bengoa antes de pensar en comer. Allí vimos una rareza de América del sur, el porrón bola, una hembra. También había porrón moñudo y cormorán moñudo, ánade friso y rabudo, pato cuchara, y fuera del agua, el verderón y unas preciosas tarabillas que fotografiamos.
Como empezaba a lloviznar, nos fuimos a comer al porche acristalado de nuestro hostal en Argoños, donde estuvimos de maravilla. Tuvimos mucha suerte con el tiempo ya que daban lluvias y chubascos, pero siempre nos pillaban a cubierto.